01/01/2024 (Ciudad de México). Todo comenzó con el triunfo de la guerrilla dirigida por Fidel Castro el 1 de enero de 1959, luego que se desmoronara el ejército al servicio de la dictadura de Fulgencio Batista. Batista era un jerarca militar que ganó las elecciones y fue presidente democrático de 1940 a 1944, retornando al gobierno a través de un golpe de Estado en 1952 para instaurar un régimen represivo profundamente corrupto que duró siete años.

El movimiento revolucionario dirigido por Fidel Castro inició como nacionalista, planteando la necesidad de recuperar la soberanía política y la independencia económica; en otras palabras, la liberación nacional. Aquí está una de las claves del triunfo de la guerrilla. En cuanto al método de lucha, las fuerzas revolucionarias tuvieron que acudir a una combinación de guerra de guerrillas con importante base campesina y la huelga general en las ciudades. Baste mencionar que un joven y brillante revolucionario, Franck Pais, de apenas 22 años, descolló en la estructura urbana de apoyo a los guerrilleros, hasta su asesinato en 1957. Menciono este dato para no caer en una visión limitada del triunfo atribuyéndolo sólo a la existencia de un foco guerrillero; en realidad la insurgencia cubana (1956-1959) fue una combinación de acciones urbanas con sólida resistencia y avances militares rurales.

¿Cómo Cuba pudo transitar de una fase democrática-nacionalista a otra fase democrática-socialista? Dos razones contribuyeron a ello, su cohesión social interna y la presión imperialista externa. Vamos por partes.

Luego del triunfo de la revolución (el 1 de enero de 1959) el liderazgo revolucionario no optó por copar el aparato estatal, dejando al nuevo presidente Manuel Urrutia organizar el gobierno provisional que duró siete meses. Durante ese tiempo, comenzó a conformarse una de las mayores experiencias de expansión democrática y de organización del poder popular que ha vivido América Latina. Poder Popular es exactamente la definición de origen de Democracia que -aun habiendo nacido en la esclavista Atenas- supo traducir en las palabras “Demos” (pueblo) y “Kratos” (poder) la esencia de la nueva forma política. Inicialmente y con mucha espontaneidad se conformaron los comités barriales y campesinos de acción popular, hasta que el 28 de septiembre de 1960 se constituyeron los “Comités de Defensa de la Revolución” a nivel nacional. Fue en un contexto de sabotaje y ataque directo a Cuba, en el que “defensa” significaba participación y organización del pueblo. Con el tiempo, esos Comités gestaron nuevas instituciones sobre la base de elecciones (¡Sí, en Cuba se vota!) a nivel municipal y provincial, hasta la fundación de la Asamblea Nacional del Poder Popular el 2 de diciembre de 1976.

En cuanto a la presión de los Estados Unidos, inició con la administración de Eisenhower y continuó desde 1961 con John Kennedy. Las amenazas de la Casa Blanca no detuvieron la ola de nacionalizaciones de empresas norteamericanas, tampoco la generalizada revolución agraria en la isla. Luego de múltiples atentados a la infraestructura productiva, que causaron muchas muertes, el 16 de abril de 1961, durante el sepelio de algunas de las víctimas, Fidel proclamó: “… y que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos, y que esa revolución socialista la defendemos con esos fusiles, y que esa revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores”.

Fidel, al momento de lanzar esta proclama, ya sabía que en Florida (Estados Unidos) se preparaba una fuerza de paramilitares para invadir Cuba. Sucedió al día siguiente (17 de abril de 1961) en Bahía de Cochinos; fueron derrotados.

Vino luego, en octubre de 1962, uno de los episodios más letales para Cuba y para el mundo. Envíos de armas desde la Unión Soviética (con la que Cuba estableció numerosos acuerdos) fueron presentados por el aparato de propaganda estadounidense como una amenaza bélica nuclear. No se trataba de misiles que tuvieran ojivas nucleares, pero la “hipótesis” de conflicto del Pentágono fue suficiente para lanzar un bloqueo aéreo y naval a Cuba. El momento de máxima tensión entre las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) concluyó con un acuerdo negociado.

En realidad, Cuba ya estaba bloqueada desde dos años antes, lo que no le impidió en un esfuerzo de décadas lograr el pleno empleo de las y los trabajadores, entregar la tierra para quienes la trabajan, levantar un sistema de salud y educación gratuitas y universales, construir vivienda digna para todas y todos.

En la década de los sesenta del siglo veinte, la revolución cubana fue un crisol del que surgían nuevas formas de ver la vida, nuevas visiones del cambio social, nuevas opciones para la militancia revolucionaria. Una revolución que inició sin apenas contacto con la órbita burocratizada de la Unión Soviética, aunque como vimos tuvo que acercarse a ella, abrió el camino a una revitalización del ideario socialista, que atrajo a muchos socialistas libertarios. Fue el caso del filósofo francés Jean Paul Sartre, que en sus obras planteaba la necesidad de recuperar el socialismo humanista, y la que era su compañera de vida, Simone de Beauvoir, también filósofa que desplegaba en forma creativa el pensamiento feminista, cuando visitaron la isla en febrero de 1960, quedaron impresionados por la juventud de los revolucionarios, el nuevo rol que tomaban las mujeres en la construcción del país y la potencia creativa que había generado la revolución.

Todo eso supo plasmarlo Ernesto Che Guevara en una nueva propuesta: las revoluciones las hacen los seres humanos, no son sólo expresión del “desarrollo de las fuerzas productivas que en determinado momento chocan contra las relaciones de producción”, que era así como las definían los manuales soviéticos de un mal digerido materialismo histórico.

La propuesta profundamente socialista y humanista del Che (la teoría del hombre nuevo), expresión a su vez de la vitalidad de un proceso revolucionario como el cubano, sigue siendo uno de los más grandes aportes que salvó al movimiento socialista mundial en el siglo veinte y le permitió trascender al siglo veintiuno con figuras como Hugo Chávez, Evo Morales y el propio Miguel Díaz-Canel, elegido como el sucesor de los hermanos Castro en la presidencia cubana.   

Por eso al hablar de Cuba hay que hacerlo con respeto. No es fácil –no lo fue ni lo será para los cubanos- vencer el bloqueo de su economía. Cuba pudo sobreponerse a ese bloqueo cuando existía el campo socialista en Europa Oriental, en la Unión Soviética y en China. En 1989 gran parte de ese campo colapsó, lo que significó para el país caribeño el inicio del “período especial”, una etapa en la que tuvo que realizar un esfuerzo herculiano que le permitió mantenerse en pie. Fue el peor momento de la Revolución, aún más grave que el momento actual.

Hoy, la revolución cubana que cumple 65 años, pasa por momentos difíciles por un entorno global sumamente riesgoso por la combinación del propio bloqueo económico, los rezagos de la pandemia del año 2020 que paralizó al mundo, y la crisis global económica y ecológica que vive el planeta. A esto se suma el panorama de guerra en Ucrania y genocidio en Palestina. Para empeorar las cosas, el surgimiento del neofascismo en Estados Unidos, en varios países de Europa e incluso en América Latina, acentúa los peligros para el proceso revolucionario. Todo esto obligará el año 2024 a ajustar el modelo económico y político. La dirigencia comunista, encabezada por Díaz-Canel ha asumido el compromiso de realizar esos cambios siempre en consulta con el pueblo y preservando los grandes objetivos de construcción del socialismo.