Cuando repasamos momentos memorables en la Asamblea General de las Naciones Unidas podríamos recordar tres: 1) El mensaje de Ernesto Che Guevara por Cuba en 1964, cuando afirmó que “La historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados…”; 2) El discurso de Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1974, cuando dijo “tengo una rama de olivo en señal de paz en una mano y el símbolo de la lucha armada en la otra, no dejen que caiga la rama de olivo”. 2) La participación de Hugo Chávez Frías por Venezuela en 2006, cuando refiriéndose al estadounidense George Bush (hijo) que intervino un día antes, dijo “Ayer estuvo el diablo aquí, huele a azufre …”.

Esto viene a colación a propósito del inicio, hoy lunes 18 de septiembre, de la 78ava. Asamblea General de la ONU, que congrega a representantes de 193 países miembros con un orden del día en que destacan la lucha contra el cambio climático, la guerra en Ucrania y la policrisis internacional, además de las demandas de apoyo al Sur Global.

La prioridad absoluta debería ser eso que diplomáticamente se llama “cambio climático” pero que constituye un peligro mundial alertado por Antonio Guterres, el portugués que desde hace siete años es el Secretario General de Naciones Unidas, cuando el 27 de julio pasado dijo: “la era del calentamiento global ha terminado, empezó la era de la ebullición global”. Lo dijo a modo de una advertencia ya con aire de desesperación, seguramente viendo que los poderes globales –los gobiernos de Estados Unidos y China- tienen otras prioridades.

Sus palabras parecen no haber caído en saco roto. El domingo 17 de septiembre, víspera del inicio de la reunión mundial, una multitud calculada en 75 mil personas marcharon por el centro de Manhattan demandando al gobierno de Joe Biden y a la propia ONU la inmediata declaración de una emergencia climática y el fin de la producción y consumo de combustibles fósiles. Fue una movilización pluri-multi, en la que había indígenas de Estados Unidos y muchos otros países americanos; había asiáticos, africanos, europeos y oceánicos; gran cantidad de organizaciones ecologistas, feministas, de la diversidad; sindicatos obreros y de servicios. ¿Será el aviso de que ha comenzado una nueva oleada de movilizaciones ecologistas?

Sin embargo, esta 78ava. Asamblea General va a tener una agenda que estará cruzada por la guerra de Ucrania, al punto que el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, tendrá un rol estelar de la mano del looby efectuado por la Casa Blanca, que necesita este golpe de efecto público para que en el Congreso de los Estados Unidos se autorice un nuevo paquete multimillonario de ayuda militar, pasando por alto lo que afirman sin ambages analistas militares: que la denominada “contraofensiva” de Kiev contra los rusos ha fracasado.

Puede interpretarse como una postura escéptica a seguir apoyando la causa ucraniana la ausencia en Nueva York del primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, y la del presidente francés, el liberal Emmanuel Macron. Era obvio que el ruso Vladimir Putin no estaría, pero vuelve a llamar la atención que Xi Jinping, presidente de China, vuelva a faltar a una cita mundial.

Recordemos que hace diez días se efectuó en Nueva Delhi la Cumbre del G-20, de las economías más poderosas del mundo, excepto Rusia y China. De ahí salió como demanda, cuya vocería lleva la potencia emergente que mejor estrategia diplomática está realizando –India- de movilizar recursos desde los países desarrollados del hemisferio Norte hacia el Sur. También hace una semana se reunieron los países africanos en la “Cumbre Climática de África” y resolvieron exigir que los países más contaminantes cumplan con sus compromisos climáticos. Casi en la víspera de esta Asamblea de la ONU, en La Habana (Cuba) se reunió el “G-77+China” acordando pedir la reforma del sistema internacional financiero y de gobernanza mundial. En el Foro de Naciones Unidas este importante bloque estará representado por su presidente pro témpore, el cubano Miguel Díaz-Canel.