El pasado 26 de junio la oposición, conformada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), presentó el proceso para elegir a quien será su candidata o candidato presidencial del Frente Amplio por México, el cual ha decidido sumar a diversas organizaciones civiles abiertamente auspiciadas o sostenidas por el sector empresarial.
Tras el anuncio de la oposición sobre el mecanismo que utilizarán, el cual consta de encuestas, foros públicos, entre otros, un conjunto de voces de la derecha se sincronizó en 2 temas que buscaron posicionar en los espacios de comunicación corporativos los días venideros.
La primera línea argumentativa giró en torno a que la oposición ahora es quien “controla” la agenda política. Llama la atención que esta línea aglutinó a personajes de derecha bajo argumentos como: “la oposición se metió en la agenda pública” y son “quienes dominan la agenda pública” en palabras de Leo Zuckerman.
También, se sumó la voz de Gibrán Ramírez, ex morenista, al señalar que “la oposición ha logrado cambiar la narrativa y (ahora) el presidente es quien persigue el proceso de la oposición”.
Así mismo, se unió a este ballet mediático la voz de Carlos Loret de Mola con el argumento de que “la oposición y su proceso para definir candidatura presidencial les robó los reflectores a las corcholatas y al presidente (…) durante 5 años se dijo que AMLO era el dueño de la agenda, pero la oposición (ahora) es la dueña”.
La segunda línea discursiva de lo que actualmente se conoce como el “nado sincronizado” de la derecha, se encaminó a inflar a Xóchitl Gálvez como la candidata de la oposición y tratar de posicionarla como una candidata del sector popular.
Con señalamientos como “Xóchitl Gálvez sale con mucha fuerza desde la sociedad” y “es la única que ha hecho algo interesante desde la oposición” Denisse Maerker, como otros personajes, buscó perfilar la idea de Xóchitl como la candidata que la oposición necesita.
En opinión de Raymundo Riva Palacio, Xóchitl “es una gran candidata (que) ya ganó, porque ya es una figura central dentro de la búsqueda de la candidatura de la oposición”, a lo cual se sumó Rafael Cardona, socio fundador, reportero y columnista del diario Unomásuno, al mencionar que “Xóchitl en menos de 5 días ha subido lo que Claudia Sheinbaum en 5 años”.
En esta línea discursiva, se ha esgrimido el argumento sobre el origen de la senadora Xóchitl Gálvez como una candidata del sector popular. En palabras de Jorge Castañeda Gutman, Xóchitl “no es fifí y por el contrario viene de un origen popular”. Muy en sincronía con la opinión de Blanca Heredida cuando señaló que “Xóchitl rompe la narrativa a nivel de élite, porque ella es más pueblo que las corcholatas de Morena”. E incluso, Luis de la Calle aseguró que por su origen “Xóchitl no es producto de un club de industriales”.
Incluso, Andrés Oppenheimer, editor y columnista del The Miami Herald, le dedicó un artículo a la senadora Gálvez, donde categoriza de “sacudida” su intención de contender por la candidatura del Frente Amplio por México. También enarbola el origen de Xóchitl, al señalarla como una “mujer indígena que busca la presidencia de México” y mencionar que “nació en la pobreza, de padre indígena y madre mestiza”.
Esta sincronización de opiniones desvía la atención sobre las bajas de figuras opositoras que aspiraban a participar para lograr la candidatura. Hasta el momento seis aspirantes han declinado: Alejandro Murat, Gustavo de Hoyos, German Martínez, Lilly Tellez, Claudia Ruiz Massieu y Mauricio Vila.