07/06/2024 (Ciudad de México). En todo el mundo recibe respaldo el Secretario General de la ONU, António Guterres, luego que en un acto por el Día Mundial del Medio Ambiente expresó su alarma por un informe de la “Organización Meteorológica Mundial” que proyectó, con un 80% de probabilidades, que entre 2024 y 2028 se supere una subida global de temperaturas de 1,5 grados centígrados respecto a la etapa preindustrial. Según el Acuerdo de París adoptado por todos los países el 2015, no debía superarse dicho umbral en este siglo para evitar impactos irreversibles en el planeta.

La comunidad científica internacional apoya a Guterres y ha exigido a los gobiernos actuar de inmediato, para evitar que las olas de calor cada vez más insoportables terminen colapsando la vida en el mundo.

La referencia a la era industrial no es casual. Es ya un tópico aceptado y también la premisa de la que parte cada cumbre ambiental mundial, que el origen del calentamiento global está en la actividad sistémica industrial de explotación de la naturaleza, y es a esto que se denomina origen antropogénico. No es un proceso natural, como sostienen algunos exponentes del negacionismo anticientífico como son Donald Trump, Javier Milei, Jair Bolsonaro o Giorgia Meloni. Estos personajes repiten los argumentos del looby de las poderosas corporaciones petroleras que defienden sus multimillonarias inversiones, financiando una verdadera “industria de la negación” que opera según las formas identificadas por el sociólogo sudafricano Stanley Cohen, en su obra “Sociología de la negación” (2001): “Hay tres formas de negación que son: a) la negación literal, b) la negación interpretativa y c) la negación implicatoria”.

La negación literal tiene por objetivo rechazar directamente lo que ha ocurrido, aunque para ello se tenga que recurrir a la mentira, para inducir que algo no ha sucedido, que no es cierto.

En una entrevista con un youtuber en la plataforma Twitch el actual presidente de Argentina, Javier Milei, dijo en diciembre de 2023: “El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar. Ahora discuten que se calienta, aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones, van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo” . El neofascista Milei recurre a una mentira: no hay ningún documento científico que hayan considerado las cumbres climáticas mundiales, hace 15 años o ahora, en que se afirme que el mundo se va a congelar.

La negación interpretativa renuncia a cuestionar los hechos, pero recurre a interpretarlos de una manera intencionada para distorsionar o banalizar su significado. Con frecuencia se recurre a eufemismos, o se colocan los conceptos entre comillas, en este caso para restarles valor científico o probatorio. También se recurre al desplazamiento de sentido, vale decir se acepta un concepto científicamente demostrado (cambio climático antropogénico) pero se lo llena de otro contenido, por ejemplo, asumir que al decir antropogénico no se habla del sistema industrial, sino de cualquier actividad humana, lo que lleva a la equivocada conclusión de que afecta igual a la naturaleza un labriego que una empresa minera.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, también de formación doctrinal neofascista, en su participación el 2 de diciembre de 2023, en la Cumbre del Cambio Climático, COP28, que se realizó en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), afirmó: “Italia está haciendo su parte en el proceso de descarbonización, lo está haciendo de manera pragmática, con un enfoque de neutralidad tecnológica, libre de radicalismo. Si queremos ser eficaces, debemos perseguir una sostenibilidad ambiental que no comprometa la esfera económica y social: necesitamos una transición ecológica, no ideológica”.

Meloni, luego de ser elegida primera ministra, dejó la negación literal (había dicho por años que el calentamiento global era una invención de las ONGs) pasando a la negación interpretativa, aplicándola en Dubai. Según ella acelerar la transición es un radicalismo ideológico, por cuanto la transición ecológica debe ser gradual y pausada, de forma que no afecte la esfera económica. A alguno le parecerá una forma correcta de plantear su punto de vista, pero en las cumbres del medio ambiente se sabe que estas sutiles diferencias terminan inviabilizando los acuerdos que, por las advertencias científicas que acaba de repetir el Secretario General de la ONU, no admite tardanzas.

Finalmente, la negación implicatoria es la más sutil porque, aunque acepta los hechos y las interpretaciones convencionales científicamente demostradas, niega las conclusiones y consecuencias económicas, éticas, políticas y sociales que de aquellos se deriva. El objetivo de esta modalidad de negación, que es en las que más trabaja la industria del negacionismo, es reducir las implicaciones prácticas que pudieran derivarse de los hechos científicamente demostrados. Por ejemplo: hay la necesidad urgente de abandonar los combustibles fósiles porque son los que generan gases de efecto invernadero (hecho científicamente demostrado), pero a condición de que se garantice la suficiente cantidad de fuentes de energía limpia para tal sustitución (razón práctica que defienden en las cumbres mundiales las potencias petroleras como Rusia, Irán y Arabia Saudita). En otras palabras, significa dilatar a tal punto la transición energética que, cuando se logre será muy tarde por los efectos irreversibles del calentamiento.