01/09/2023 (Ciudad de México). Escenas tan violentas dentro de una institución tan respetable nunca se habían visto en la historia estadounidense. Es cierto que este país tuvo una guerra civil entre 1861 a 1865 que dejó una herida histórica que perdura incluso en nuestros días, pero un ataque al símbolo del régimen republicano liberal representativo como es el Congreso de la Unión no había sucedido desde que lo inauguraron en 1800.
Según detalla el “Informe de la Comisión de la Cámara de Representantes sobre hechos de asalto al Capitolio” de diciembre de 2022 y que fue uno de los fundamentos de los procesos judiciales, aquél 6 de enero de 2021 el objetivo del ataque era impedir la sesión congresal de aprobación de la ley de nombramiento de Joseph Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Biden había ganado las elecciones celebradas el 3 de noviembre de 2020, con una diferencia de casi 7 millones de votos respecto de Donald Trump.
Detalla el mismo informe que desde mediados de diciembre, el entonces presidente republicano realizaba declaraciones denunciando sin pruebas un fraude electoral, exigiendo la repetición de los comicios en varios Estados en que afirmaba se habían producido irregularidades. Sus declaraciones fueron caldeando el ambiente y fue en ese conflictivo contexto que Trump convocó a sus seguidores para concentrarse en la ciudad de Washington desde el 5 de enero, en los alrededores de la Casa Blanca.
El día de la violencia, Trump observó a la multitud marchar frente a sus oficinas y emitió mensajes dando la idea de que se dirigieran hacia el Capitolio: “vamos a caminar al Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas” fueron las palabras que utilizó. La movilización de miles de trumpistas avanzó por la gran explanada que va desde el Memorial Lincoln hasta el Capitolio y ahí se desató el ataque.
Horas después, una vez que la Guardia Nacional restauró el orden con un saldo de 4 fallecidos, decenas de heridos y la detención de más de 150 agresores, la fiscalía comenzó los procesos penales contra todos los autores, cómplices y encubridores de estos hechos. Esos procesos judiciales están ya en fase de sentencia y particularmente ha llamado la atención de la opinión pública norteamericana las duras penas de cárcel impuestas a los cabecillas de la organización Proud Boys (Chicos Orgullosos), Joseph Biggs y Zachary Rehl, que tras ser declarados culpables de conspiración sediciosa, recibieron sentencias de 17 y 15 años de cárcel, respectivamente.
¿Qué es Proud Boys? Según el documento de acusación de la Fiscalía “es una organización terrorista surgida el año 2016, que ha llegado a tener bases en Estados Unidos y Canadá, que inculca a sus integrantes un nacionalismo extremo, cuyo ideario plantea el mínimo gobierno posible, la abolición de las prisiones, la defensa del derecho a poseer armas, el cierre de las fronteras, la lucha contra el feminismo y que los hombres, especialmente los blancos, y la cultura occidental están bajo asedio”.
Biggs y Rehl se derrumbaron cuando escucharon sus condenas. El primero poco antes le había dicho al juez que “metió la pata ese día y que fue seducido por la multitud”; el segundo balbuceó que “ese 6 de enero fue un día miserable”. Ahora van rumbo a la prisión, donde se encontrarán con Stewart Rhodes, fundador y líder de otro grupo de extrema derecha llamado Oath Keepers (Guardianes del Juramento), que fue condenado en el mes de mayo a 18 años de prisión, la mayor pena impuesta hasta el momento a la gente que asaltó el Capitolio. Para esta semana próxima se espera una sentencia aún más dura contra Enrique Tarrio, líder máximo de Proud Boys.
Ningún líder político ha salido públicamente en defensa de los condenados. Ni siquiera los más entusiastas seguidores de Donald Trump o él mismo, emitieron comentarios respecto de las sentencias. Los juicios siguen su curso y se prevé que en los meses que vienen comenzarán a afectar a las instancias políticas que promovieron la violencia.