Camila era una niña de ocho años que fue secuestrada y asesinada en Taxco, Guerrero, el pasado 27 de marzo. Presuntamente, la vecina y madre de una de sus amigas, Ana Rosa N, la habría invitado a su casa a pasar la tarde, pero ya no saldría con vida del inmueble. 

29/03/2024 (Ciudad de México). La indignación que causó el crimen y la inacción de las autoridades provocaron que varias decenas de vecinos se congregaran, primero, para protestar exigiendo justicia y, posteriormente, para sacar a la presunta implicada de su hogar en conjunto con dos de sus hijos, golpeándolos en el acto. Debido a los golpes recibidos, Ana Rosa falleció minutos después, mientras la presentaban ante el Ministerio Público de Taxco.

La reacción de la multitud ocurrió a pesar de la presencia de policías municipales, quienes se vieron rebasados por los vecinos del pueblo molestos ante la situación. El alcalde del municipio, Mario Figueroa, señaló que los policías habrían sido rociados con gasolina para evitar que intervinieran, inclusive. 

El secuestro ocurrió el 27 de marzo, en la mañana, después de haber invitado a la niña a pasar el día con la familia de su amiga y vecina. A pesar de que Ana Rosa les habría dicho a los familiares de Camila que ella nunca llegó a su casa, durante la misma tarde se darían a conocer videos en los cuales parecía corroborarse que los perpetradores fueron ella y su pareja. 

En los videos grabados aproximadamente a las dos de la tarde se puede observar a Ana Rosa salir de su casa con un cesto de ropa y a su pareja con un bulto, los cuales trasladaron en un taxi propiedad del hombre. Mas adelante, sería la pareja de Ana Rosa quien denunciaría dónde habían dejado el cuerpo de la niña, el cual finalmente fue recogido por la fiscalía de Guerrero a un costado de la autopista Taxco-Cuernavaca durante la madrugada del jueves 28. El hombre sería detenido, aunque Ana Rosa permaneció en su hogar. 

Debido a ello, durante el día, decenas vecinos del municipio comenzaron a congregarse para exigir justicia. Sin embargo, la población se fue impacientando ante las evidencias que se iban conociendo sobre la participación de Ana Rosa y su pareja en el homicidio de Camila. 

En un principio, los vecinos detuvieron el flujo en la avenida Los Plateros, donde fueron grabados los videos inculpatorios. Sin embargo, la ira crecía mientras se corroboraba la inacción de las autoridades, por lo que los vecinos volcaron dos vehículos y acudieron a la casa de Alma Rosa. Ahí, la sacaron a ella y a dos de sus hijos adultos para agredirlos y golpearlos. 

A pesar de que la policía municipal trató de detener y alejar a Alma Rosa de la turba iracunda, ésta logró extraerla del vehículo en el que la trasladarían para continuar golpeándola. Finalmente, Ana Rosa falleció a causa de los golpes recibidos minutos después, durante su presentación ante el Ministerio Público. En redes sociales, además, también se habla de que uno de los hijos habría fallecido derivado del ataque de la multitud. 

Para entender el fenómeno del “linchamiento” en Taxco, en De Raíz Media platicamos con la socióloga y etnóloga, Mónica Monroy, quien describió éstos como actos colectivos en donde la expectativa de justicia se entremezcla “con un concepto más bien de venganza”, en donde “la presunta responsabilidad [de los agravios] se diluye en lo colectivo, […] una cuestión más bien vinculada al acto simbólico en sí de la procuración de justicia que está entendiendo en ese momento el colectivo”. De esta manera, no es que exista una planificación para aplicar “la justicia por la propia mano”, sino es resultado de la furia colectiva por haber vivido lo que se interpreta colectivamente como un agravio. 

Sobre las razones por las cuales ocurre el linchamiento, es claro que parte del problema radica en la inacción que los pobladores interpretan en las autoridades cuando no actúan frente a lo que es un claro delito. En este caso, la furia de los pobladores se fue intensificando conforme ellos observaban que se contaba con la evidencia para inculpar a Alma Rosa; a pesar de ello, las autoridades les decían que la orden de aprehensión apenas estaba en camino y, sin ella, era imposible hacer la detención. 

Al respecto, Mónica señala que, en Guerrero, los habitantes están familiarizados con contextos de violencia social, lo que se traduce en agravios constantes de parte de distintos actores, incluyendo a las autoridades. “No es casual que, pues también las personas están bastante involucradas y bastante molestas con estas temáticas” en Guerrero, comentó la socióloga, ya que “es un territorio que ha estado involucrado en demasiados agravios, desde la procuración de justicia hasta la cuestión histórica”. 

De esta manera, se explica el por qué la población de territorios en donde la justicia es menos eficiente recurra a este tipo de prácticas. No debe obviarse el contexto reciente en el municipio, en donde la extorsión ha representado un verdadero problema para la sociedad taxqueña, negocio en el que casi siempre se interpreta que las autoridades parecen estar involucradas. 

Sin embargo, existe una característica en el tipo de agravios que terminan desatando los linchamientos. Según la investigación de la también documentalista del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en primer lugar, suelen ocurrir después de agravios entre pares, es decir, “entre marginados contra marginados, entre iguales, al fin de cuentas”. Es decir, no suelen ejercerse en contra de figuras de autoridad, por ejemplo. 

Aunado a ello, los linchamientos también suelen ocurrir después de un “detonante social”, que usualmente está relacionado con un componente ético o moral. Mónica recordó su investigación que se centraba en los linchamientos que derivaban de asaltos a transportes, y concluyó que éstos ocurrían cuando se rompían normas implícitas o los delincuentes se “excedían” con los pasajeros. Recordó el caso de un asaltante que fue linchado luego de acosar y golpear a una pasajera embarazada. 

En el caso de Camila, el agravante social se observa, en primer lugar, en que se trata de una niña. En segundo lugar, en que fuera la vecina y madre de su amiga la que ejecutara el crimen, una persona en la que, según la norma social, no habría que desconfiar a ese nivel. En otras palabras, en este caso, el delito agravado por la traición entre iguales rompe las normativas colectivas y pudo haber resultado en el linchamiento.