26/10/2023 (Ciudad de México). No cabe duda. Comparado con sus antecesores, el actual Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, está demostrando ser mucho más decidido y consecuente con la propia Carta Constitutiva de la organización que dirige. Viene a mi memoria las imágenes de 1999, cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la cabeza de Estados Unidos, atacó a Yugoslavia, y el ghanés Koffi Annan no encontró mejor cosa que hacer que volverse caja de resonancia de la potencia militar hegemónica. O en 2011, cuando la misma OTAN declaró el bloqueo aéreo y naval contra Libia y armó a las milicias que derrocaron a Ghadaffi, el coreano Ban-Ki-Moon se sumó entusiasta a una intervención militar que destruyó ese país africano y cuyas consecuencias humanitarias hasta el día de hoy las siente Europa. Para qué seguir el recuento.

El actual Secretario General acaba de tener una vibrante intervención inaugurando la sesión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Algunas de las frases que lanzó fueron: “El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación sofocante. Han visto cómo su tierra es poco a poco devorada por asentamientos, su población desplazada y sus hogares destruidos, sus esperanzas de una solución política a sus quejas se han ido desvaneciendo. Los agravios al pueblo palestino no pueden justificar los horribles ataques de Hamas, y esos ataques horrendos tampoco pueden justificar el castigo colectivo al pueblo palestino. Hora tras hora, la guerra en Gaza se está intensificando y se corre el riesgo de que se propague por toda la región. Incluso la guerra tiene reglas, debemos exigir a todas las partes que respeten el derecho humanitario internacional, deben aplicar cautela en sus operaciones militares para no atacar a los civiles, respetar y proteger los hospitales y respetar la inviolabilidad de las instalaciones de Naciones Unidas que hoy están siendo lugar de acogida de más de 600.000 palestinos. Los bombardeos incansables de Gaza por las fuerzas militares israelíes, el nivel de bajas civiles y la destrucción generalizada de vecindarios siguen aumentando y es muy alarmante. 35 funcionarios de la ONU en Gaza han fallecido y seguimos contando. La protección de civiles, en ningún caso significa ordenar que más de un millón de personas sean evacuadas hacia el sur de Gaza, donde no hay cobijo, no hay alimentos ni agua ni medicinas, no hay combustible y luego seguir bombardeando el sur. Me preocupan profundamente las graves y constantes violaciones al derecho humanitario que estamos constatando en Gaza”.

No podía ser más claro y preciso. Guterres acaba de dar una cátedra de dignidad ante el mundo y su alocución le ha generado amplio respaldo en la comunidad internacional, azorada por el genocidio en Palestina. Es que el pueblo palestino –que no es lo mismo que Hamas, una organización islamista radical- ha ganado la simpatía mundial; las enormes marchas de solidaridad y por la paz en Gaza que se están dando en varios continentes así lo confirman.

La furibunda reacción del gobierno de Israel, encabezado por Benjamín Netanyahu, que casi todos los días se traslada a los campamentos de sus tropas para arengarles, ha llegado a pedir la renuncia de Guterres. Israel se va quedando aislado, pues no tiene amigos perdurables, salvo el poderoso respaldo del gobierno de los Estados Unidos. Un respaldo que es cada vez más difícil de justificar ante el mundo, lo que explica que el propio Joseph Biden, cuando visitó a su aliado en Tel Aviv, fuera el que le sugirió que permita pasar la ayuda humanitaria por el corredor de Rafah, y que la Casa Blanca ha tenido que reconocer que muchos civiles inocentes están muriendo, aunque atribuyó la culpa a los grupos terroristas. Acentúa el aislamiento del sionismo israelí la exigencia de dimisión al Secretario General y la atrabiliaria decisión que acaba de tomar el gobierno de Netanyahu: impedir el ingreso a la Franja del jefe humanitario y otros altos cargos de la ONU.