17/10/2023 (Ciudad de México). Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez nació diez meses después del triunfo de las fuerzas guerrilleras cubanas en 1959. Este hombre, que ha crecido en medio de una revolución, asumió el 2019 la presidencia de Cuba, luego de una renovadora transición desde los héroes revolucionarios: Fidel Castro que ya había fallecido y Raúl Castro.
La transición se basó en la democracia popular cubana. Es un sistema político cuya base de sustentación es la organización y la participación del pueblo, desde el nivel local vecinal, subiendo a los 168 municipios que cuentan con las Asambleas Municipales del Poder Popular, conformadas con delegados territoriales elegidos por voto libre, igual, directo y secreto de los pobladores. Llega a lo regional en las 15 provincias que cuentan con los Gobiernos Provinciales del Poder Popular, y de ahí al nivel macro en la Asamblea Nacional del Poder Popular, unicameral y conformada por 470 diputados y diputadas elegidas por voto, de forma similar a como se eligen a los delegados territoriales. La Asamblea Nacional del Poder Popular es la máxima instancia del Estado socialista.
Sólo quienes reducen lo democrático a lo liberal-representativo no aceptan este sistema de democracia popular socialista, cuando la historia ha demostrado que existen varias formas de democracia (entendida como “Demos” y “Kratos”, vale decir el poder del pueblo) directa, participativa, comunitaria.
Lo curioso de quienes desde Washington defenestran al sistema político cubano tildándolo de dictatorial, es que al mismo tiempo alaban el sistema estadounidense, donde el pueblo vota pero no elige al presidente, como se demostró el 2016, cuando Donald Trump ganó la presidencia aunque en las urnas había perdido (¡por 2,8 millones de votos!) ante la candidata del partido demócrata.
Precisamente fue Donald Trump el que, a mediados del 2019, arreció el bloqueo contra Cuba, dando un giro de tuerca a la apertura del anterior presidente Barack Obama, que tres años antes fue el primer mandatario estadounidense en visitar La Habana.
Los últimos cuatro años, los sectores anticomunistas estadounidenses asentados en la ciudad de Miami, han presionado tanto al partido republicano como al partido demócrata, para que se mantenga y endurezca el bloqueo. Y también han sido cuatro años en que el presidente cubano Díaz-Canel ha conducido complejas acciones para afrontar las 243 nuevas medidas contra Cuba aprobadas por Trump, la inclusión absolutamente irracional de Cuba en la lista de países que apoyan al terrorismo que hizo el oligarca en sus últimos días de mandato el 2020, con lo que cortó numerosos financiamientos que la isla requiere para su economía, la pandemia que golpeó a todo el mundo pero especialmente a Cuba que necesita del turismo, las remesas y condiciones para exportar sus productos. Sobre esto vinieron las tormentas y huracanes que afectaron la infraestructura agroalimentaria.
“Estamos viviendo una situación de máxima presión” ha dicho el presidente cubano Díaz-Canel, al efectuar un diagnóstico, entrevistado por la televisión cubana hace tres días. Acusó al gobierno de los Estados Unidos de agudizar el bloqueo con la finalidad de generar una situación de asfixia económica, para provocar el colapso de la revolución rompiendo la unidad entre la dirección y el pueblo.
Pero en esta misma entrevista, se puede ver a un estadista revolucionario que no duda en ningún momento de las potencialidades creativas del pueblo cubano. Díaz-Canel es enfático cuando afirma que se deben aprovechar las posibilidades que Cuba tiene como Estado socialista, de planificar en función de los recursos con que cuenta, pero siempre priorizando la solidaridad y la atención al pueblo con los programas sociales en todo momento, sea de estabilidad económica o de crecientes dificultades.
Preservando esta cohesión nacional interna, la admirable resistencia cubana a un bloqueo injusto, ilegal e inhumano está logrando renovados respaldos internacionales. Los desequilibrios y desajustes en la economía nacional, que Díaz-Canel reconoce que existen, serán superados para lo que se están tomando las rectificaciones adecuadas y ello requiere mantener la participación del pueblo en la construcción colectiva de esas decisiones y en la evaluación de sus resultados.