Argentina acaba de pagar una cuota de 2700 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), como parte de pago del crédito suscripto con el organismo internacional en 2018 y renegociado en 2022. El vencimiento se canceló con 1700 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo emitido por el FMI y que se asume como la moneda emitida por el Fondo. No es una moneda propiamente dicha, pero funge como activo financiero de circulación mundial. Los DEG están valorizados por cinco monedas: el dólar (EEUU), el euro (la zona euro), la libra esterlina (Gran Bretaña), el yen (Japón) y el yuan (China). Se trata de un activo que emite el FMI y que ofrece liquidez a todos los países. Los DEG son parte de las Reservas Internacionales y Argentina los utilizó para el pago parcial de los vencimientos a comienzos de julio 2023. El resto, por 1000 millones de dólares se cancelaron utilizando el yuan, atesorados por el país luego del acuerdo “swap” suscripto bajo la presidencia de Cristina Fernández y ratificado por los gobiernos de Mauricio Macri y de Alberto Fernández, quien los hizo efectivos.

Dicho con toda la letra, el compromiso swap se transformó ahora en un préstamo, lo que supone un interés adicionado a la devolución de la suma de moneda china (yuan) utilizada. El acuerdo entre China y Argentina supone la utilización de la divisa china para cancelar obligaciones comerciales, económicas y financieras, caso de la deuda con el FMI y otros acreedores. Así, Argentina cancelo 2700 millones de dólares de los cuales 1000 millones en moneda china (yuan) y los otros 1700 en DEG.

No hay que sorprenderse porque el yuan es una de las 5 monedas que sirven para la valorización de los DEG. Estos DEG, insistimos, son un activo financiero constituido por el FMI cuya cotización surge de una canasta de 5 monedas, entre las cuales está por supuesto el dólar, con mayor ponderación, está el euro, está el yen, la libra esterlina y por supuesto el yuan de China. Crece el peso de China. El FMI asumió esa ponderación al comienzo de este siglo en función del nuevo papel del gigante asiático en la economía mundial.

Según el blog de Michael Roberts, China pasó de ser el 1,7% del PIB mundial en 1980, al 3,6% en 2000 y al 17,3% del 2020; mientras que EEUU contribuía en 1980 con el 25,2%, el 30% en 2000 y el 24,7% en 2020. Queda clara la evolución desde la marginalidad al comienzo de la modernización de China en 1978. A comienzos del siglo XXI, China fue incorporada en la OMC, la Organización Mundial del Comercio y ha ido creciendo en su participación en los organismos internacionales. En este caso, el FMI reconoce el carácter global de la moneda china y por eso es una de las 5 monedas que intervienen en la valorización del activo financiero que emite el propio FMI.

De hecho, China disputa en el plano mundial la hegemonía del orden capitalista global. Todavía no supera a Estados Unidos en su participación económica integral, si lo ha hecho desde el punto de vista de la producción. China es hoy el principal productor fabril del mundo. Pero la economía no es solo fabricación industrial, sino que la economía tiene que ver con producción y circulación, y en esto último la moneda estadounidense lleva un tiempo mayor de presencia en el mercado mundial. Las reservas internacionales de los países del sistema mundial en un porcentaje cercano al 60% están constituidas en dólares. Ante la crisis de hegemonía de la economía estadounidense y del dólar, la tendencia es a la disminución de las reservas en dólares y un crecimiento de otras monedas, entre ellas el yuan de China, pero también por supuesto crecen las reservas internacionales en metales, especialmente el oro.

Digamos que la operatoria que ha hecho la Argentina de pagar deuda al Fondo con yuanes no es otra cosa que ratificar una de las tendencias actuales de la economía mundial, que supone una menor presencia relativa del dólar, una tendencia descendente que viene desarrollándose en los últimos tiempos y que se agudiza, al mismo tiempo que crece el papel de la moneda, economía y producción chinas en el sistema mundial. Insistamos, el peso relativo en el producto bruto mundial acerca a China al del país hegemónico que es Estados Unidos. Hay una tendencia descendente de la participación estadounidense y una tendencia ascendente de la economía china, con políticas nacionales diferenciadas. Lo que acaba de hacer la Argentina no es otra cosa que ratificar una tendencia de mayor presencia de China en la economía mundial, donde incluso, producto de las sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea, se está agudizando una mayor presencia de China en las inversiones, en los préstamos, en las finanzas, consolidando un peso cada vez más importante en la economía mundial.