Entre el 19 y el 23 de septiembre de 2023 se efectuó la Asamblea General de la ONU, por lo que es posible efectuar un primer balance de la cita internacional.
En el lenguaje diplomático hay una palabra que no se usa: fracaso. Se la reemplaza por “avances insuficientes”. Esto tiene que ver con la definición –la coloquial, no la académica- de la diplomacia como el arte de mantener las puertas abiertas evitando que se cierren.
Este año 2023 está marcado por dos hechos mundiales, uno peor que el otro pero ambos igualmente terribles para la humanidad, como son la guerra en Ucrania y la elevación de las temperaturas globales que convierten a este 2023 que todavía vivimos, en el año más caluroso en la historia de la humanidad.
Un enfoque realista de la Asamblea General de la ONU indicaba que era inevitable que la tensión entre ambos hechos terminara marcando la agenda, cosa que efectivamente ocurrió. El Secretario General Antonio Guterres intentó manejar esa pugna con el lema bajo el que fue convocada esta Asamblea: “Reconstruir la confianza y reactivar la solidaridad mundial”. Y lo hizo porque la guerra ha sido un parteaguas de la comunidad internacional, que ha generado lealtades y desconfianzas, lo que explica que dos liderazgos de potencias mundiales, Xi Jinping de China y Vladimir Putin de Rusia (además por una acción de la Corte Penal Internacional) no acudan a la cita en Nueva York, de la que tampoco participaron los jefes de Estado de Francia y Gran Bretaña.
La “Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible” que fue la parte más importante de la Asamblea, se fijó el objetivo de relanzar la “Agenda 2030”, ya que para ese año deben cumplirse los 17 ODS que se acordaron el 2015. Todos los analistas coinciden en que esa agenda se ha estancado y que, lo que los diplomáticos de carrera no pueden decir, lo afirman sin ambages los líderes mundiales. Lula da Silva – uno de los presidentes con mayor experiencia internacional, ya que fue el anfitrión de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro el año 2002- afirmó: “La acción colectiva para el desarrollo más amplia y ambiciosa de la ONU, la Agenda 2030, podría convertirse en su mayor fracaso. Nos encontramos a mitad del período de implementación y aún estamos lejos de alcanzar sus objetivos. La mayoría de los ODS avanzan a paso lento”.
En los debates sobre los ODS predominó el argumento –formulado por el Secretario General en su informe- de que ha sido una variable no prevista –la pandemia del SarsCov2 del 2020- que cruzó la Agenda 2030. Pero este razonamiento es respondido por representantes de África, como es el caso del presidente de la Unión Africana, el comorense Azalí Assoumani, que afirmó durante la cumbre de la UA en Etiopía de febrero de 2023, en la que fue elegido: “¿Acaso no se decía que una crisis debe ser convertida en una oportunidad? La crisis del Covid pudo haberse convertido en esa oportunidad para impulsar los esfuerzos mundiales por los objetivos globales compartidos, pero no hubo la voluntad política de las grandes potencias”.
La irrupción del Sur Global es un dato no menor de cara a los siguientes debates. África ya habla con voz propia, demandando un impuesto global a los combustibles fósiles para evitar un mayor agravamiento del calentamiento global. América Latina, a través de las intervenciones de los presidentes de Brasil, Colombia, Cuba (también a nombre del bloque “G77 + China” que preside) y Honduras, ha formulado las propuestas más interesantes de esta 78ava. Asamblea General. La participación del presidente de los Estados Unidos – primera potencia mundial y también uno de los países que más emisiones produce- no tuvo carácter estratégico y estuvo guiado por su enfoque belicista. Europa prácticamente estuvo ausente, aunque hay que destacar una parte del discurso del canciller alemán Olaf Scholz cuando dijo: “la obstrucción de un puñado de países, por mucha influencia que tengan, no debería llevarnos a olvidar que nosotros, la inmensa mayoría de los Estados, estamos de acuerdo sobre muchas cosas”.
Acabó esta Asamblea General de la ONU. Ahora el mundo se dirige a la “Cumbre del Futuro” que será dentro de un año, en estas mismas fechas del 2024. Se espera que ya para entonces, los vientos de guerra se calmen en Ucrania, que la pugna entre bloques que se disputan la multipolaridad baje, y que el mundo retome la senda de los Acuerdos de Paris sobre el cambio climático del 2016, que fijaban el objetivo supremo de evitar que el calentamiento global suba más de 1,5 grados centígrados a nivel planetario. Se espera firmar el 2024 un “Pacto del Futuro” en el que la humanidad se juega su sobrevivencia.