27/11/2023 (Ciudad de México). La situación en Palestina sigue copando los espacios noticiosos por la magnitud de la violencia y la desproporcionada respuesta que el Estado de Israel ha proferido en Gaza. Tras una larga negociación conducida por el gobierno de Qatar mientras seguían cayendo por toneladas las bombas, se abrió paso a una frágil tregua de cuatro días, que se cumplen hoy y que se ampliarán por otros dos días más hasta el jueves. En este lapso la “Media Luna Roja” (equivalente en los países árabes a la Cruz Roja) seguirá atestiguando y facilitando la liberación por Hamás de una parte de los rehenes que mantiene en su poder, así como la excarcelación por Israel de una fracción de la gente apresada por la causa palestina desde hace años.
Entre los grupos ya intercambiados, se ha priorizado a los menores de edad y a las mujeres de todas las edades, lo que le permitió al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu contar con una válvula de escape a la enorme presión interna generada por los familiares de los rehenes, pero también le ha permitido a las autoridades palestinas dejar en evidencia ante el mundo que, en las mazmorras que administra el sionismo estaban muchachos que, cuando los detuvieron acusados de “actos terroristas” (un calificativo que da para perseguir cualquier acto de insumisión) eran niños, o mujeres a las que sometieron por años a duros tratos.
Ganaron nuevamente notoriedad mundial casos como el del joven Amal Nakleh, que diversas organizaciones internacionales de derechos humanos como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Amnistía Internacional, la Agencia de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina (UNRWA) y el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ACNUDH) dieron a conocer el 2022. La cascada de denuncias motivó que, en marzo de ese año, el Comité de Derechos Humanos de la ONU pida a Israel “poner fin de inmediato a la práctica generalizada de detención y reclusión arbitraria, incluida la detención administrativa, de personas palestinas, incluidos menores de edad”. Israel no respondió ni colaboró con la jurisdicción internacional.
Mientras el intercambio de cada rehén por tres presos ocurría en estos tres días pasados, el pueblo gazatí ha seguido sufriendo el desplazamiento y la hambruna. Es cierto que el alto al fuego permitió el ingreso de centenares de camiones con ayuda humanitaria. Sólo el segundo día pudieron ingresar 61 camiones y 11 ambulancias desde Egipto por el paso de Rafah hacia el sur de Gaza. “Además, se enviaron 200 camiones desde Nitzana, de los cuales 187 entraron exitosamente a Gaza al anochecer. También cruzaron a la Franja de Gaza 129 mil litros de combustible”, informó la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Fue un gran paso adelante que permitió –por fin- que a la Franja lleguen alimentos, medicamentos, vituallas. Pero es todavía insuficiente para los 1.700.000 gazatíes que se vieron obligados a escapar, casi sin nada a cuestas, de los bombardeos genocidas que destruyeron sus hogares y mataron a muchos de sus familiares. No olvidemos que cálculos conservadores ya cifran en 16.000 las muertes.
Tan espantosa es la situación que está originando la renuncia de altos funcionarios de la ONU. Ocurrió así con el estadounidense Craig Mokhiber que fue hasta la semana pasada el director en Nueva York de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y, que en su carta de renuncia, señala que la masacre llevada adelante por Israel contra el pueblo palestino es un “genocidio de manual” de la que carga las responsabilidades sobre las potencias, como Estados Unidos, que le dan el aval y critica a la ONU por no poder frenar este crimen contra la humanidad.
La comunidad internacional conformada por la gran mayoría de los países del mundo, incluido Estados Unidos cuya opinión pública parece inclinarse en contra de apoyar al gobierno de Netanyahu, lo que a su vez presiona a Joe Biden para que module su respaldo a Tel Aviv, ha logrado que la tregua humanitaria se extienda por otros dos días más. De todas formas, para Israel se trata sólo de una “pausa operativa” y sigue anunciando que retomará totalmente su ataque apenas se cumpla el nuevo plazo.