28/11/2024 (Ciudad de México). En Ucrania, un masivo ataque con 90 misiles de alto poder destructivo y 100 drones bomba, fue lanzado por Rusia contra infraestructuras energéticas ucranianas. La destrucción de varias plantas eléctricas ha ocasionado cortes de energía en numerosas ciudades, lo que afecta a la población civil con la falta de calefacción o de agua caliente durante los meses de mayor frío.

La agresión fue en represalia por los nuevos ataques que lanzó Kiev a territorio ruso con misiles occidentales, proporcionados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y operados también por personal militar especializado de la alianza atlántica, ya que los militares locales no tienen el conocimiento necesario para hacerlo.

Formalmente -y pongo énfasis en esta palabra- la autorización para que Kiev amplifique el radio de sus ataques hacia varias regiones de Rusia, la dio el presidente estadounidense Joe Biden. Con dicho aval, se utilizaron los misiles ATACMS y los británicos Storm Shadow con dirección a Briansk y otras localidades rusas.

Lo cierto es que Biden está actuando bajo el asesoramiento de lo que en Washington llaman “Pentagonistas”, representados por el Secretario de Defensa y jefe del Pentágono, general ® Lloyd Austin. Austin se caracterizó por ser un militar de perfil muy agresivo a lo largo de su carrera, y está absolutamente convencido de que el destino de la OTAN se juega en Ucrania, lo que le ha llevado a asumir grandes riesgos en sus visitas a instalaciones militares en ese país, no sólo limitándose a reuniones protocolares con el presidente Volodimir Zelenski. No es un detalle menor que el actual jefe de la defensa tiene vínculos con empresas de la industria tecnológica bélica como es “Raytheon Technologies”, por citar una de ellas.

Esta ala del poder en Estados Unidos, dentro de la administración del partido demócrata que concluirá el 20 de enero de 2025, calcula que en realidad el eje de los enfrentamientos mundiales está en Ucrania, por lo que discrepa de la visión del presidente entrante, Donal Trump, que subestima la importancia del este de Europa y cree que debe priorizarse el enfrentamiento global con China y el control de América Latina, para lo que ha designado como su próximo Secretario de Estado a Marco Rubio, otro escéptico de lo que la OTAN hace en Ucrania.

Por eso es que los Pentagonistas echaron a andar una estrategia de escalada, que busca obligar a Moscú a responder cada vez con mayor agresividad, lo que también tendría retaliación por la OTAN, llevando a que la maquinaria militar rusa quede empantanada en Ucrania, alejando las posibilidades de una negociación por la paz y obligando a la próxima administración republicana a continuar la senda ya marcada.

Semejante estrategia de escalada, está generando las condiciones para que, en esta fase de una guerra que va para el tercer año de duración, surja como enorme riesgo la extensión del conflicto hacia otros países de la región (como Bielorrusia, Polonia o Rumania), incluso llegando hacia Europa occidental.

La respuesta de Vladimir Putin ha sido un contraataque en el que usó, por vez primera a Oreshnik (Avellana), un misil hipersónico con un alcance de hasta 5.500 kilómetros, capaz de portar carga nuclear y que puede ser lanzado desde plataformas móviles terrestres. Este desafío tecnológico ha tenido efectos importantes en los gobiernos europeos, que no quieren verse arrastrados a una hecatombe nuclear. Es que Oreshnik podría llegar a Alemania en 12 minutos, a Francia en 13 minutos y a Gran Bretaña en 15 minutos, lo que genera alarma en esos países.

Mientras tanto, en Estados Unidos, Donald Trump acaba de designar al general retirado Keith Kellog como su futuro enviado para lograr “la paz a través de la fuerza” en Ucrania.