En Brasil, la Cancillería, conocida también como “Palacio Itamaraty” por el edificio en la capital Brasilia, obra del genial arquitecto Oscar Niemeyer, ha convocado al embajador brasileño en Argentina, Julio Bitelli, para consultas sobre la situación de las relaciones con el gobierno de Javier Milei.
Esta señal de política exterior es una advertencia previa a la ruptura de relaciones diplomáticas. Brasil decidió tomarla por la continua actitud hostil del presidente argentino, siendo la gota que rebalsó el vaso su inasistencia a la Cumbre de presidentes del “Mercado Común del Sur” (Mercosur), realizada en Paraguay la semana pasada.
El embajador Bitelli, en la reunión con el canciller Mauro Vieira, detalló -según afirmó él mismo en declaraciones a la Red O Globo- los varios momentos de tensión política ocurridos desde la campaña electoral del segundo semestre del año 2023, originados por los insultos que profirió Milei contra el presidente Lula da Silva (lo llamó “comunista corrupto que debería estar en la cárcel”), y las amenazas a la relación comercial entre ambos países (“no hago tratos con gobiernos comunistas” dijo el candidato).
Lo que se pensó eran exabruptos propios de una campaña, se prolongaron después de que Milei asumió la presidencia en diciembre. El neofascista está convencido que la suya es una “batalla cultural” contra la izquierda mundial, lo que ha expresado con las siguientes palabras en varios de los actos en que habló: “Soplan vientos de cambio en el mundo. Las ideas del socialismo empobrecedor han fracasado y la gente lo sabe (…) se están extinguiendo, y los vamos a sacar a patadas de todos los lados donde estén”
En estos meses que lleva gobernando, ha realizado numerosos viajes sólo con el objetivo de posicionarse como el referente global de la ultraderecha y hacerlo en un estilo grandilocuente y agresivo. Viajó a Estados Unidos en varias ocasiones, sólo para reunirse con Donald Trump y con el multimillonario Elon Musk; viajó a Israel para reunirse con el primer ministro de ese país, Benjamín Netanyahu; viajó a España, para provocar al mandatario socialdemócrata Pedro Sánchez y apoyar al partido ultraderechista Vox; viajó a Suiza en dos ocasiones, la primera para dar una conferencia plagada de errores históricos y económicos en el Foro Económico Mundial de Davos, la segunda para ofrecer su apoyo al ucraniano Zelenski.
Todo este itinerario ha sido pagado con recursos públicos, en otras palabras, con impuestos cobrados al pueblo, que es lo que criticaba a la “casta política” cuando hacía campaña para llegar a la presidencia. Hizo muy poco viaje con una agenda de Estado, que sirva para lograr cosas en beneficio de su país. Una de esas ocasiones fue a la cumbre del “Grupo de las Siete” (G-7) economías alineadas con Estados Unidos, que se realizó en Italia, hace unas semanas. Allí fueron invitados Lula da Silva y el propio Milei, pero no cruzaron palabra por la tensión entre ambos gobiernos.
El torpe desaire a la Cumbre del Mercosur, una cita en Paraguay a la que había confirmado al presidente anfitrión Santiago Peña su asistencia, inviabilizó varios acuerdos que debían tomarse y que no fueron suscritos porque no los firmó el presidente argentino., El desplante no sólo fue a Lula, sino a los jefes de Estado de Paraguay, Bolivia y Uruguay. Esto generó tal molestia que hasta un presidente afín en ideas derechistas como es el uruguayo Luis Lacalle le mandó a Milei un mensaje: “Si el Mercosur es tan importante, acá deberíamos estar todos los presidentes. Yo le presto importancia al Mercosur. Y si realmente creemos en este bloque, deberíamos estar todos”.
La agresión a Brasil fue peor que la que hizo a los otros países de la región. Los mismos días de la Cumbre, Milei prefirió asistir a una convención de partidos de ultraderecha, organizada por Jair Bolsonaro en el balneario brasileño de Camboriu. Allí afirmó que Bolsonaro, procesado por la Corte Suprema de Justicia por el asalto golpista a Brasilia en enero de 2023, es víctima de una “persecución judicial”. Estas palabras configuran una grosera injerencia en asuntos internos de otro país.
La advertencia del gobierno brasileño no es un detalle menor, ya que Brasil es el primer socio comercial de Argentina.