29/07/2024 (Ciudad de México). La del pasado 28 de julio fue una tranquila jornada de votación, en la que el único incidente reportado fue un ataque a un centro electoral en Táchira, que dejó una persona muerta. Por la noche, luego de una espera de horas que la autoridad electoral atribuyó a un ataque informático al sistema de conteo, que dificultó sin lograr paralizar por completo la emisión de resultados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) presentó su reporte, afirmando que las tendencias de voto son irreversibles por lo que se trata de un cuadro concluyente de situación.

El presidente del CNE, Elvis Amoroso, informó que, con un nivel de participación del 59% del padrón, el candidato socialista Nicolás Maduro obtuvo el 51% de los votos, derrotando al candidato de la oposición derechista Edmundo Gonzáles, que logró el 44%. 

De esta forma, con 5.150.092 votos, Maduro obtiene un nuevo mandato de seis años, logrando preservar la fidelidad de una parte importante del voto histórico chavista, pero sin alcanzar las cotas de votación que él mismo lograba el año 2018, que superaban los seis millones de votos. En contrapartida, tampoco la oposición de derecha ha podido remontar la caída del apoyo electoral que arrastra desde el 2016, cuando intentó formar un “gobierno paralelo” con Juan Guaidó a la cabeza, cosa que terminó en absoluto fracaso y descrédito.

Maduro gana porque logró remontar la situación de crisis económica, en las peores circunstancias derivadas de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a Venezuela. Logra el triunfo porque supo interpretar la demanda de la sociedad de paz con estabilidad, razón por la que manejó a lo largo de su campaña mensajes positivos y de reconciliación, lejos de la retórica confrontacional del pasado. 

Precisamente este factor -el rechazo social a la confrontación- es también lo que resta posibilidades de reacción política violenta a la oposición venezolana. Internamente el frente opositor está dividido entre el fascismo anticomunista de María Corina Machado y el conservadurismo moderado de Edmundo Gonzáles. Machado no vaciló en respaldar al gobierno golpista de Pedro Carmona en abril de 2002, convocó a las “guarimbas” (grupos antichavistas de violencia armada) en abril del 2013, cuando Maduro derrotó electoralmente a Henrique Capriles, y pidió a países extranjeros que intervengan a Venezuela en mayo de 2019. Gonzáles es un personaje carente del temple que se necesita para afrontar las batallas políticas, razón por la que anoche, luego de que Maduro festejó masivamente en el Palacio de Miraflores su victoria, hizo una tímida aparición junto a Machado, en la que dejó más la impresión de un personaje secundario que de un líder que reclama por sus fueros.  

Nicolás Maduro, aunque ha logrado el triunfo en las urnas, deberá ahora defender su victoria de los previsibles intentos de generar una escalada de violencia en las calles en algunas ciudades de Venezuela, y los furibundos ataques de la derecha internacional que acusarán a su gobierno, forjado en las urnas, de “dictadura”. Sabe el líder socialista que, superados los embates nacionales e internacionales, deberá el próximo sexenio aplicar el programa de transformaciones por el que votó la mayoría del pueblo: modernización de la economía, consolidación del Estado de Bienestar y afianzamiento de los valores del socialismo, tomar acciones ecológicas contra el calentamiento global, alcanzar la Justicia y preservar la paz, defender la soberanía nacional e insertarse en la economía global a través del pleno ingreso al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).   

Diversas reacciones a nivel internacional se dieron luego de conocerse los resultados. Los gobiernos de Cuba, Bolivia, Honduras y Nicaragua, de inmediato reconocieron el triunfo del candidato de la izquierda. Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, afirmaron que esperarán la presentación del total de las actas electorales, dejando en claro que respetan la soberanía de cada país. Los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Perú y Ecuador se sumaron a la derecha venezolana, que desconoció los resultados. Es previsible que, encabezados por el neofascista Javier Milei, tratarán de aislar internacionalmente a Venezuela. 

A nivel mundial, Estados Unidos y la Unión Europea expresaron su preocupación por la validez de los resultados, mientras China, Rusia, Bielorrusia, Irán e India reconocieron rápidamente el triunfo de Nicolás Maduro.