29/02/2024 (Ciudad de México). En Washington D.C. la Secretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken y el ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, Carlos Ramiro Martínez, junto a sus respectivos equipos sostuvieron un encuentro trilateral este miércoles 28 de febrero.

Las trayectorias de Blinken y Bárcena acreditan su alto calado diplomático, pero el ministro guatemalteco Martínez se estrenó en reuniones de esta importancia. Él tiene una larga carrera en el servicio exterior de su país, al que ingresó en 1990, llegando a desempeñarse como viceministro en varias oportunidades. Muy significativa fue la decisión que tomó el año 2017, cuando renunció a su puesto en Cancillería luego de negarse a declarar “persona non grata” al jurista colombiano Iván Velásquez que dirigía la “Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala” (CICIG). El entonces presidente Jimmy Morales arremetió contra la CICIG y finalmente la expulsó del país, porque en una de sus investigaciones de corrupción fueron acusados su hermano y su hijo y porque la CICIG planteó levantar la inmunidad presidencial, por la presunta participación palaciega en la comisión de delitos. Por la entereza que demostró en ese momento, hoy Martínez tiene fuerte peso en el gobierno de Bernardo Arévalo y como tal estuvo en la reunión de Washington.

México, Guatemala y Estados Unidos abordaron el tema de la migración con un prevaleciente enfoque de movilidad de personas, lo que supone derechos migratorios y necesidad de corresponsabilidad entre países. Es un enfoque social muy distinto al de seguridad nacional que le están dando las corrientes de extrema derecha, representadas en Estados Unidos por Donald Trump, que deshumaniza el problema y trata de ganar votos agitando un violento discurso antimigrante.

La administración demócrata no es plenamente ajena a este radicalismo. En las últimas semanas la Casa Blanca propició un acuerdo con los republicanos en el Congreso para endurecer la política de fronteras, a través de una Ley que dificulta las solicitudes de asilo, amplía la capacidad de detención, incrementa los sistemas de detección de fentanilo y otorga financiamiento para contratar más agentes fronterizos. Trump ordenó a sus congresistas que hundan el acuerdo porque electoralmente le conviene seguir teniendo abierto el problema, lo que obliga a Biden a tomar acciones ejecutivas. La reunión trinacional ocurrió en este contexto conflictivo, lo que también explica que en la reunión Blinken tuviera al lado a Alejandro Mayorkas, Secretario de Seguridad Nacional.

Los tres países acordaron avanzar en la colaboración hemisférica sobre migración, abordando las causas estructurales que originan la migración irregular y el desplazamiento de personas. En la medida que son factores socioeconómicas las que generan flujos migratorios, se vio la importancia de fomentar la productividad económica, impulsando cadenas de suministro entre los tres países y la generación de empleo en los países de origen, ampliando también el acceso a las vías regulares de movilidad laboral. Sobre este aspecto es importante citar las palabras de la secretaria de relaciones exteriores de México, que informó: “Los tres países enfatizaron la importancia de defender los derechos humanos y estándares de protección internacionales, asegurando la dignidad y el bisnestar de los migrantes y refugiados, y manteniendo la cooperación consular como un medio para defender los derechos laborales”.

En el caso de Guatemala, siendo el país con más rezago en sus condiciones de desarrollo, hubo coincidencia en la necesidad de promover inversiones que potencien sus ventajas económicas comparativas.

Ejerciendo la diplomacia, en una relación de igual a igual con Estados Unidos, los gobiernos de México y Guatemala defendieron los derechos de sus pueblos.