En Estados Unidos, la Convención Republicana realizada en Milwaukee nominó a Donald Trump y James Vance como candidatos a la presidencia y vicepresidencia respectivamente.
En su discurso de aceptación Trump habló de que quiere ser un presidente “de todo Estados Unidos y no sólo de la mitad”, lo que adelanta su estrategia de buscar una barrida electoral que le otorgue incontrastables mayorías en las dos Cámaras del Congreso. Este es el elemento nuevo de la coyuntura política estadounidense: hasta antes del atentado contra el magnate, el 13 de julio, las perspectivas de un triunfo, ajustado pero suficiente, se habían consolidado con el deficiente desempeño del presidente Joe Biden en el primer debate de campaña el 27 de junio, pero después del ataque al mitin republicano, la imagen del millonario se ha fortalecido aún más.
Esto anima a sus estrategas a pensar que pueden lograr un triunfo, tanto en número de delegados al Colegio Electoral, como en número de votos en ánforas y en número de Estados. Si así fuera -aseguran Chris LaCivita y Suzie Wiles, jefes del comando de campaña republicano- “la nueva presidencia tendrá toda la fuerza necesaria para tomar las medidas de política interior que se requieren, pero también dispondrá de la cohesión nacional que se requiere para afrontar los desafíos del orden mundial”.
Por su parte, el Partido Demócrata se prepara para su Convención de agosto, que se realizará en la ciudad de Chicago. Centra sus debates actuales en dilucidar rápidamente si lo mejor es mantener la candidatura de Joe Biden o pedirle que renuncie para proceder a nominar a Kamala Harris, la vicepresidenta que le dará una imagen de renovación, pluralismo y equidad a la campaña.
En los últimos días, el representante demócrata por el Estado de California, Adam Schiff, ha sido el dirigente más notorio en pedir públicamente a Biden que deje su intento de reelección. Lo hizo basado en una encuesta entre votantes demócratas elaborada por el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos, que reveló que dos terceras partes de ese electorado simpatizan con la idea de que el actual presidente debería hacerse a un lado, dejando al Partido Demócrata tomar la mejor decisión nominando a otra persona.
Biden, afectado en estos días por un contagio con síntomas leves de Covid, ha tenido que aceptar que una votación telemática con los dirigentes demócratas, que buscaba designarlo la próxima semana, antes de que comience la Convención de su Partido, sea retrasada a la espera de consultas políticas. Así se lo pidieron los jefes de bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y el líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries. Ambos han manifestado, inicialmente en charlas privadas, pero conforme pasan los días, haciendo que trascienda en algunos medios como The Washington Post o The Boston Globe, su preocupación por perder en las dos Cámaras, por lo que son favorables a replantear la candidatura presidencial.
La vicepresidenta Kamala Harris ha tenido la virtud de mantenerse leal junto a Biden, sin decir o hacer nada que pueda dar a entender que tiene ambiciones personales. Pero en los últimos días, por la enfermedad que ha recluido a Biden en su domicilio para no contagiar a otras personas, tuvo que ser Harris la que salga a contestar el vehemente discurso de Trump en la Convención Republicana. En relación a la declamación unitaria del magnate, dijo: “No puedes afirmar que defiendes la unidad si estás impulsando una agenda que priva a grupos enteros de estadounidenses de libertades básicas, oportunidades y dignidad”.
Sobre la elección de Vance como su compañero de fórmula dijo: “Trump lo ha hecho para que hablemos de eso y así distraer a la gente de su propio historial”.
En respuesta al ofrecimiento de Trump de que será un presidente ocupado de generar empleos, Kamala le espetó: “El presidente Joe Biden y yo hemos creado casi 800 mil nuevos puestos de trabajo sólo en el sector manufacturero. Donald Trump dice que lucha por nuestros mayores; ¿cómo diablos lo hace cuando pretende recortar la Seguridad Social?”.
La campaña electoral estadounidense se calienta y no ha hecho más que comenzar.