03/07/2024 (Ciudad de México). La Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó que, desde que se tienen registros, nunca se había formado a estas alturas del año un huracán de máxima intensidad en el Océano Atlántico, como el Huracán Beryl que golpeó la zona costera de Venezuela, antes de dirigirse hacia las islas San Vicente y Granadinas, Granada y Jamaica, causando enormes daños materiales y al menos 7 muertos.

Beryl alcanzó fuerza 5, que es la máxima en la escala Saffir-Simpson, que mide a los huracanes por la fuerza de sus vientos. Generó vendavales de hasta 165 kilómetros por hora que, según mediciones del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, se incrementaron entre lunes y martes hasta 270 kilómetros por hora, que fue el momento en que se convirtió en más letal en su paso por el Mar Caribe.

Después, al acercarse a las costas de México, bajó a categoría 4 y ha seguido perdiendo intensidad, lo que motivó que las autoridades del Estado de Quintana Roo, donde queda la turística ciudad de Cancún, decidieran bajar a nivel de alerta amarilla, pero manteniendo la suspensión de las clases en todo el sistema educativo por precaución.

El anterior evento extremo de estas características en México fue el Huracán Otis, que se formó en el Océano Pacífico y alcanzó categoría 5 en octubre del año pasado, golpeando la franja costera del Estado de Guerrero, donde queda la ciudad de Acapulco.

El dato más importante de lo que está sucediendo es que, siempre con base en el monitoreo climático de la OMM, la temporada de huracanes se ha adelantado y las tormentas que vayan a producirse ganarán en intensidad y peligrosidad. ¿A qué se debe esto? Al incremento general de temperaturas del planeta, tanto en la superficie continental como en las capas superiores de los océanos. Ocurre entonces que la energía que provoca el nacimiento de las tormentas – la liberación de calor y humedad en los mares tropicales- está más activa.

Hace bastante tiempo que organismos de las Naciones Unidas vienen alertando de esta consecuencia del calentamiento global, exigiendo a las potencias industriales que más gases de efecto invernadero emiten (Estados Unidos, China, India, Unión Europea, Rusia, Japón) que cumplan sus compromisos ambientales y reduzcan sus niveles de contaminación, pero en el contexto actual de confrontación entre bloques formados por varios de esos países, además del crecimiento de tendencias de extrema derecha en Estados Unidos y en Europa, que en sus programas de gobierno incorporan el negacionismo o el escepticismo climático, están dificultando el cumplimiento de los objetivos fijados en los acuerdos ambientales de Paris 2015.

Hay que tomarse muy en serio los datos de la Organización Meteorológica Mundial, una entidad internacional creada en 1950 dentro de las Naciones Unidas, que tiene su sede en Ginebra (Suiza) y que cuenta con una coordinación con los servicios meteorológicos nacionales de 191 Estados y territorios en todo el planeta.

México, que tiene costas en dos de los océanos tropicales más importantes del mundo, el Atlántico y el Pacífico, por tanto mayor riesgo de que tanto hacia el este como al oeste se presenten estos eventos extremos, debe incrementar su diplomacia ambiental sumando sus esfuerzos al de la gran mayoría de los países del mundo en la lucha contra el cambio climático.