19/06/2024 (Ciudad de México). Todo comenzó cuando en redes sociales comenzaron a  circular versiones sobre la supuesta muerte de Noam Chomsky, que fueron retomadas por algunos medios digitales como Jacobin o New Statesman. Sin embargo, la familia de Chomsky por voz de su esposa, la lingüista brasileña Valeria Wasseran, negó ayer el fallecimiento, indicando que, por el contrario, el “Hospital Beneficencia Portuguesa” de la ciudad de San Pablo donde Chomsky estaba internado, le dio el alta para que continuara en su casa la recuperación del ictus (accidente cerebro vascular) que sufrió el año pasado. Desmentida la muerte del filósofo de 95 años de edad, rápidamente volvió a tomar notoriedad su dilatada trayectoria científica y política.

Chomsky ganó notoriedad académica desde su primer libro “Estructuras sintácticas”, que es un tratado conceptual y técnico sobre lingüística en el que construye el concepto de Gramática Generativa, que es la idea maestra con la que continuará gran parte de sus aportes científicos: las reglas gramaticales de todas las lenguas Enel mundo son generadas por una gramática universal que el cerebro humano posee de manera innata. Esto lo desarrolló allá por 1957.

Pero ha sido el Chomsky luchador social al que se ha recordado más. Volvieron a leerse sus agudos análisis críticos sobre la guerra de Vietnam, valorándose la forma como se involucró en las marchas de resistencia en Estados Unidos, denunciando a los gobiernos de Lyndon Johnson y de Richard Nixon. Ya por entonces se decantó por un socialismo libertario, siendo simpatizante del anarcosindicalismo, motivo por el que mantuvo siempre una actitud desconfiada de los regímenes del llamado “socialismo real” de Europa del Este, a los que criticaba por autoritarios.

Esto le permitió no ser parte de toda esa generación política de intelectuales de izquierdas que, con la caída del Muro de Berlín, arriaron inmediatamente banderas, convirtiéndose en adocenados liberales y pasando a formar parte de gobiernos de derecha en sus países. Pudo entender inmediatamente la reconfiguración mundial que se estaba dando con la globalización neoliberal, luego de la desaparición de la Unión Soviética, así como los enormes riesgos que se cernían sobre los pueblos del hemisferio sur.

En los noventa y entrando al nuevo siglo, resonaron en todo el mundo sus denuncias del neocolonialismo de las potencias de occidente organizadas en la OTAN, en las guerras que destruyeron Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia y Siria.

Han sido también muy difundidos sus análisis de la función coadyuvante al dominio social que cumplen los grandes medios de comunicación, aspecto que desarrolló en la docencia que impartió por muchos años en el Instituto Tecnológico de Masachussets y en la Universidad de Tucson, en Arizona.

En los últimos años dedicó grandes esfuerzos para clarificar el terrible costo humano de la guerra en Ucrania, afirmándose en sus posturas pacifistas, así como su condena sin atenuantes, aun siendo judío, del terrible genocidio contra el pueblo palestino que comete el gobierno de Israel en la Franja de Gaza. Ha escrito que simpatiza con los universitarios estadounidenses que tomaron varios campus en los últimos meses y constantemente viene alertando del enorme riesgo del crecimiento del neofascismo en América y en Europa.

El teórico nacido en Filadelfia se ha convertido en el más importante referente vivo del pensamiento contrahegemónico (en otras épocas llamado pensamiento antiimperialista).