21/05/2024 (Ciudad de México). En La Haya, el fiscal de la Corte Penal Internacional, el británico Karim Khan, ha solicitado al alto Tribunal autorización para emitir órdenes de detención contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, su ministro de Defensa, Yoav Gallant y altos dirigentes de Hamás.
Se trata de un paso previo a que se emitan tales órdenes de detención, ya que la palabra final la tiene la Corte, pero sería muy extraño que niegue la solicitud del Fiscal pues eso pondría aún más en entredicho la legitimidad de esta institución de justicia internacional. Es que ya pasaron más de doscientos días desde el ataque sorpresivo de Hamás en la frontera norte de la Franja Gaza, y desde el inicio de la “Operación Espadas de Hierro” que el ejército israelí lanzó el 7 de octubre de 2023, en represalia absolutamente desproporcionada y con fines de aniquilación contra la población palestina en el territorio gazatí. Durante este prolongado período la Corte Penal Internacional (CPI) no pudo realizar ninguna acción efectiva para el restablecimiento del derecho humanitario.
Y también pasó bastante tiempo desde aquél 11 de enero de 2024, cuando Sudáfrica entró a la historia acusando al Estado de Israel de cometer genocidio contra el pueblo Palestino. Desde entonces numerosos países se han pronunciado apoyando la iniciativa legal, y Sudáfrica presentó más recursos en La Haya exigiendo que el Tribunal ordene el cese inmediato del ataque contra Gaza, luego para que ordene el restablecimiento de las vías de ingreso de ayuda humanitaria a los refugiados palestinos, después que ordene el fin de las operaciones militares instruidas por Tel Aviv contra la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza.
Recién ahora comienzan a verse señales jurídicas contundentes de que lo que los mandos de Israel hicieron en Palestina no quedará impune. El Fiscal Karim Khan considera que hay suficientes motivos para creer que, las mencionadas autoridades, son penalmente responsables de crímenes de guerra y contra la humanidad en la Franja de Gaza. Considera que las pruebas reunidas hasta el momento demuestran que Israel “ha cometido crímenes de exterminio y asesinato dirigiendo intencionalmente ataques contra una población civil causando grandes sufrimientos y lesiones graves”.
Ha sido furibunda la reacción del gobierno de Israel, apoyado esta vez por la oposición interna que, en cuanto se refiere al tema palestino, comparte la visión supremacista del Likud (el partido de extrema derecha de Netanyahu), diferenciándose sólo en los métodos. Netanyahu volvió a manejar el argumento del “antisemitismo que pasó de los campus universitarios de Occidente al tribunal en La Haya”, calificando el documento del Fiscal Khan como un “libelo de sangre que expresa un odio a los judíos sin precedentes desde la propaganda nazi”. Afirmaron que acudirán al “mundo civilizado” para evitar que se concrete esta afrenta contra Israel. Este último argumento evidencia una de las ideas-fuerza de todo supremacismo: la creencia en que la única cultura “civilizada” es la propia, en tanto las demás son “bárbaras”.
Uno de los pocos aliados que le queda a Israel, el gobierno de Estados Unidos, expresó a través del propio Joe Biden su estupor ante la actuación del fiscal Karim Khan, tildando de escandaloso su intento de “meter en la misma bolsa” a Netanyahu con Hamás.
Por el otro lado, en otra prueba más del amplio respaldo que tiene la causa palestina a nivel mundial, numerosos gobiernos apoyaron al fiscal Karim Khan por su acto de humanidad, afirmando que harán valer las órdenes de detención internacional, una vez sean emitidas. Una vez más, ha sido el presidente de Colombia, Gustavo Petro, que en su cuenta personal en X ha escrito: “La orden internacional de arresto contra el genocida Netanyahu debe cumplirse. A quien están atacando no es a Palestina, es a la democracia y a la humanidad”. Agregó que “el derecho internacional, incluido su órgano de justicia, deben ser defendido y profundizado. Es el acumulado de la civilización humana. Sin él, sólo se impondrá la ley del más fuerte y bruto: la ley de los nazis.”