09/02/2024 (Ciudad de México). La Policía Federal desplegó en varios Estados un operativo cumpliendo 33 órdenes de allanamiento, 4 de prisión (no se informó los nombres de los detenidos) y 48 medidas cautelares contra los presuntos miembros de un grupo que se compartimentó en núcleos de actuación para difundir versiones de fraude electoral en las elecciones del año 2022, “antes incluso de la celebración de los comicios” según afirma el documento de acusación de la Fiscalía.
Estas acciones fiscales y policiales cayeron sobre el ex presidente Jair Bolsonaro y varios de sus aliados que fueron sus ministros, entre los que están los ex militares Wálter Braga Netto, Augusto Heleno y Paulo Sergio Nogueira, el ex policía Anderson Torres, además del ex comandante de la Marina, Almir Garnier Santos. Todos ellos son sospechosos de conformar una organización criminal.
La instrucción legal la dio el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, que además ordenó al ex mandatario entregar su pasaporte, con lo que ya no podrá viajar al exterior del país por ejemplo a visitar a su amigo Javier Milei en Argentina. Además, el magistrado le prohibió mantener contacto con los otros investigados por el intento de golpe de Estado gestado desde julio de 2023, que concluyó con la violenta toma por miles de bolsonaristas de los edificios de los 3 poderes del Estado en la capital Brasilia, el 8 de enero de 2023.
Para entender esa trama golpista debemos remontarnos en el tiempo. En octubre de 2018, Jair Bolsonaro superó al candidato de izquierda Fernando Haddad, ganando la segunda vuelta electoral con el 55% de los votos. En ese momento, sintiéndose el político más poderoso del Brasil, en una entrevista con “Folha de Sao Paolo” aseguró que la suya sería “la mejor presidencia de la historia”.
Cuatro años después la situación distaba mucho de sus deseos. La crisis económica del país se había agravado por las malas decisiones de su “superministro” Paulo Guedes, un clasista que cada cierto tiempo se aventaba frases como: “los ricos aprovechan sus recursos, los pobres lo consumen todo” o “antes las criadas se iban a Disney, era una fiesta del demonio”.
También le había desgastado la forma como su gobierno manejó la pandemia del Covid. Con 685.000 fallecidos Brasil era el segundo país con más mortandad a nivel mundial, detrás de los Estados Unidos. En octubre de 2021, un informe de una Comisión Multipartidaria del Senado concluyó que el gobierno “expuso deliberadamente a la población brasileña a la infección al actuar con lentitud”. El informe acusa a Bolsonaro de “haber minimizado el beneficio de las vacunas, prefiriendo una estrategia de alto riesgo destinada a crear inmunidad colectiva para mantener la economía en marcha”. Basado en numerosas fuentes en el servicio público y privado de salud, el grupo parlamentario concluyó que existían indicios de “la imposición en la salud pública de remedios sin eficacia comprobada contra la Covid hasta sospechas de corrupción en la negociación de las vacunas, cuando el gobierno en forma tardía se decidió a adquirirlas”.
Así llegó el proceso electoral de 2022, en las que todas las encuestas pronosticaban su derrota ante el renacido Lula da Silva, que pudo salir de la cárcel al derrumbarse por ilegal el caso “Lava Jato” con el que lo encerró el 2018 el juez Sergio Moro, antes de ser ministro de justicia de Bolsonaro.
Desesperado, Bolsonaro reunió a su gabinete en julio de 2022 y en esa reunión, entre muchas otras cosas, pronunció la siguiente frase: “Todos aquí tienen una inteligencia por encima de la media. Todos aquí, como todo el mundo fuera, tiene algo que perder. No podemos dejar que lleguen las elecciones y que pase lo que tiene pinta… creo que han llegado a la conclusión. Tenemos que hacer algo antes”.
La grabación en vídeo de la reunión fue encontrada en el ordenador personal del coronel Mauro Cid, uno de los más estrechos colaboradores del ex presidente, y uno de los primeros detenidos por este caso hace meses. Esa grabación se convierte en parte sustancial de esta investigación y ha permitido, junto a varias confesiones, que la estructura comienza a caerse.