15/12/2023 (Ciudad de México). “¡Qué lejanos parecen esos días de octubre de 2019!” afirma nuestro entrevistado, el abogado Pablo Capdevila del “Colectivo por el respeto a las diversidades en Chile”. Hace cuatro años, bajo una consigna general -“Chile despertó”- millones de personas se lanzaron a las calles, demandando cambios, no todavía definidos en forma programática, pero sí en un sentido progresivo de transformaciones sociales, políticas y económicas que dejaran atrás, definitivamente, el legado de la dictadura militar y el neoliberalismo secante plasmados en la Constitución de 1980. El estallido social fisuró el sistema político chileno dominado por una derecha tradicionalista y una centro izquierda gradualista, pero no lo quebró por completo, ya que esos partidos lograron asimilar la demanda popular de realizar una Asamblea Constituyente, constreñida a la institucionalidad estatal vigente. Es el debate respecto a si la Constituyente es originaria y plenipotenciaria, o es derivada de los poderes constituidos. Se dijo que sería una “Constituyente derivada”. “Al perderse este debate doctrinal comenzó a encapsularse lo nuevo por construir en lo viejo construido”, afirma Capdevila.

Vino luego la pandemia el año 2020. Y el 2021 volvió la demanda en las calles, con un impulso de los movimientos sociales y la izquierda, que ganaron las elecciones para la Asamblea Constituyente de mayo de ese año. Sin embargo, en noviembre, hubo un primer campanazo de la derecha, cuando José Antonio Kast, una persona que reivindica abiertamente el legado de Augusto Pinochet, ganó la primera vuelta de las presidenciales logrando una bancada legislativa importante. En diciembre fue la segunda vuelta, volteándose la tortilla que favoreció a un joven Gabriel Boric de un frente de izquierdas.

La Asamblea Constituyente que, para efectos formales se llamó “Convención Constitucional”, con mayoría progresista y de movimientos sociales, realizó su trabajo hasta el 2022, entregando un texto constitucional calificado de “muy radical” por los conservadores. Hasta el propio Boric le puso observaciones, llamando a votarla afirmativamente en el referendo de septiembre de 2022, pero ofreciendo realizar varios ajustes en lo posterior. Fue como decir: “sí, pero no”.

El segundo llamado de atención de la derecha ultraconservadora fue en ese referendo. La opción por el No ganó con el 62%.

Capdevila afirma: “Tal vez lo mejor era poner en pausa el proceso constituyente, no insistir en algo cuyo potencial transformador se había coagulado”.

Pero se continuó y la ultraderecha de José Antonio Kast terminó embanderándose de la propuesta, ganando las nuevas elecciones y logrando la mayoría (23 consejeros de 51) en el “Consejo Constitucional” (ya ni siquiera se llamaba “Convención Constitucional”, menos “Asamblea Constituyente”). De aquí que el texto constitucional que se votará este domingo tiene un contenido que refrenda el de 1980 e incluso profundiza algunos aspectos del modelo neoliberal. Por es la ultraderecha y la derecha chilenas la apoyan, mientras la centroizquierda y la izquierda la rechazan.  

Las últimas encuestas sobre tendencia de voto para el referendo constitucional del domingo 17, muestran que, en un ambiente de apatía sobre todo de los jóvenes, la aprobación va en ascenso y el rechazo se ha estancado. Los indecisos son muy pocos. Existe la posibilidad de que las fuerzas de ultraderecha y derecha logren su objetivo. Capdevila nos comenta: “la estrategia ultraconservadora se ha visto facilitada por la postura moderada de Gabriel Boric, que en vez de marcar las diferencias con los conservadores optó por no polarizar, ni nacional ni internacionalmente. Ha sido muy criticada su asistencia a la posesión del presidente argentino Milei, que fue utilizada por la ultraderecha de Kast para mostrarse viable ante la población”.