20/11/2023 (Ciudad de México). No es poca cosa. Que un candidato que prometió renunciar a la soberanía monetaria en favor del dólar haya alcanzado 14 millones de votos. Que ese mismo candidato, que ofreció cerrar los programas sociales porque hay que achicar el Estado, haya logrado que muchos sectores empobrecidos voten por él, ganando en 20 de las 23 provincias y en el distrito federal de Buenos Aires, no es poca cosa. Y debe llevar a una reflexión autocrítica de la izquierda latinoamericana, comenzando por la argentina, en la que ya se escuchan voces reflexivas aunque preocupadas, que buscan respuestas a lo que hace poco parecía imposible.
“El kirchnerismo hizo mal las cosas y con ello generó las condiciones de hastío popular que llevaron a este resultado; ahora se verá si en la aplicación de su programa Milei enfrenta la resistencia popular en las calles” afirma Julio Gambina, prestigioso docente universitario y asesor de organizaciones sociales. “Los pobres votaron a Milei en una especie de voto castigo a quienes –el peronismo- les ofreció mucho pero llegado el momento no cumplió con el programa social, por priorizar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Se los advertimos desde el principio, pero no nos hicieron caso y se optó por seguir un camino que nos llevó a este callejón oscuro”, es la afirmación de Lito Borello, experimentado dirigente de villas (colonias pobres) en Buenos Aires.
Juan Grabois, un respetado referente de la izquierda social afirma: “Siempre hemos tenido humildad en la victoria y ahora debemos tener dignidad en la derrota. No es la primera vez que estamos en estas circunstancias, o en peores, pero el movimiento popular siempre supo enfrentar con entereza la adversidad. Acá no se rinde nadie, y si nos toca la persecución como ya la están anunciando, será la forja del porvenir, para volver muchísimo mejores”. Grabois es también valorado por ser discípulo del Papa Francisco.
En la vereda de enfrente, los poderes económicos burgueses festejan. “Hoy comienza una nueva era en la historia argentina, hoy se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente y no hay vuelta atrás” dijo un triunfante Milei ante su fanaticada. Repitió los componentes de este cuarto intento de desestructuración (los anteriores: la dictadura de Videla, la era de Menem y el gobierno de Macri) de la base social y productiva de Argentina: Gobierno limitado, respeto a la propiedad privada y comercio libre. “Si abrazamos las ideas de la libertad, dentro de 35 años (sic) volveremos a ser una potencia mundial”. No hizo ninguna referencia a la “dolarización” de la economía argentina, lo que podría indicar que dará preferencia, al menos en una primera etapa, al “plan de ajuste” con los recortes a la inversión social, que él denomina “gasto”. Así también a las privatizaciones en el sector petrolero o de comunicaciones, con una máxima: “Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado”.
En medio de un festejo que tuvo muchas expresiones de intolerancia, el elegido en las urnas lanzó una amenaza: “En Argentina no hay lugar para los violentos que quieran defender sus privilegios”; recordemos que Milei denomina privilegios a los derechos sociales. “Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada”, insistió con tono grueso, en lo que todos entendieron es una amenaza contra los movimientos sociales que quieran enfrentarle. Se declaró abiertamente contrario al “gradualismo” y dijo que la situación del país es crítica y no hay lugar para la tibieza ni para las medias tintas.
Sin embargo no todo será favorable para el nuevo gobierno ultraderechista. No tiene mayoría en el Congreso, ni siquiera en acuerdo con la bancada del ex presidente Mauricio Macri, aunque es posible que algunos peronistas se den la vuelta. Tampoco tiene las calles en su favor, porque la gente que votó por él esperará inmediatos resultados. Al respecto Ilse Kaplán, feminista, nos dice: “Nos tomaremos un tiempo para asumir este dolor pero no será demasiado, porque los movimientos de mujeres preveíamos este escenario y nos hemos preparado para encararlo. Pero no lo haremos solas, buscaremos aliados y es seguro que encontramos a muchas y muchos dispuestos a llevar adelante la resistencia. Serán cuatro años muy duros”.