08/11/2023 (Ciudad de México). “Las corrientes de pensamiento, de acción política que en la humanidad se han construido sobre la base de defender el statu quo, de mantener las cosas como están, pues no tienen hoy sentido. Porque si mantenemos las cosas como están desaparecemos. Luego, el cambio se impone. Las guerras que hemos visto en el siglo XXI una y otra vez, sobre todo en Oriente Medio, tienen como origen el petróleo. Y la humanidad sabe qué sobre el petróleo, sobre el carbón –del cual somos Colombia el quinto exportador mundial– y sobre el gas solo se puede constituir la sexta extinción de la vida. Es decir, lo contrario al desarrollo, es decir, nuestra destrucción. A menos que la ciencia esté equivocada, y ningún progresismo podría desligarse de las conclusiones de la ciencia, porque, o si no, sería profundamente irracional, y el pensamiento irracional solo lleva a los fascismos, que es lo que estamos viendo ascender en Europa, en Norteamérica, en el mundo, nosotros tenemos que ser profundamente racionales”.

Estas estupendas palabras de Gustavo Petro las pronunció en la “Cumbre Amazónica” el 8 de julio de 2023. Al día de hoy, el presidente colombiano es sin duda, el más avanzado portavoz desde la izquierda de un posicionamiento ético ante la necesidad de defender la vida en el planeta.

Y sus preocupaciones las comparte Antonio Guterres, el cada vez más parafraseado Secretario General de la ONU, que hace poco alertó al mundo sobre la urgencia de retomar los acuerdos climáticos de París 2015, y que la oportunidad de hacerlo será en la “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023” que se efectuará en la ciudad de Dubai, la lujosa capital de los Emiratos Árabes Unidos, del 30 de noviembre al 12 de diciembre.

Pero el camino a esta denominada COP28 no será sencillo. El looby petrolero mundial ya está operando, diseminando la idea de que la “transición energética” desde los combustibles fósiles hacia energías limpias debería ser más pausado. Pero pausa es tiempo, y tiempo es lo que no tenemos. La magnitud de los desastres climáticos sigue creciendo: las temperaturas globales son cada vez más elevadas, los incendios forestales son cada vez más extensos, la sequía (por efecto combinado de El Niño y el calentamiento global) que está dañando en forma irreversible las reservas selváticas como el Amazonas es cada vez más grave, aumenta también el grado destructivo y la frecuencia de los huracanes, las tormentas y ciclones, como el que recientemente sufrió el Estado de Guerrero en México con el Huracán Otis.

Pero los poderes económicos del complejo mundial industrial de combustibles fósiles, que están instalados en países que a su vez son potencias globales, siguen operando como si nada sucediera. No quieren perder ni disminuir sus tasas de ganancia por lo que, aprovechando la guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza, buscan instalar un clima prebélico internacional que justifique la necesidad de más combustibles fósiles dejando de lado la agenda mundial ecológica.

Así lo demuestra un informe elaborado por varias instituciones: Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI), Climate Analytics, E3G, el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) y coordinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este informe sobre producción de combustibles fósiles, sobre la base de datos proporcionados por los Ministerios de Energía de los 20 países productores de combustibles fósiles más importantes a nivel mundial. establece que los grandes países productores de petróleo, gas y carbón, encabezados por Arabia Saudí, Rusia, Estados Unidos y China proyectan seguir ampliando sus niveles de inversiones y extracciones, incumpliendo flagrantemente los “Acuerdos de París”.

La única forma de evitar tal catastrófica orientación es juntar la voz de todos los pueblos del mundo, empezando por los que son víctimas de los desastres climáticos. Los gobiernos de América Latina, de África, de Asia, incluso de la Unión Europea cuyos países mediterráneos (Portugal, España, Italia, Grecia) han sido severamente dañados por incendios y sequías, deben ser los que en la COP28 se conviertan en los contrapesos de esos grandes países, que son también (China, Estados Unidos y Rusia) los mayores emisores de gases de efecto invernadero.