02/11/2023 (Ciudad de México). Después del huracán, no siempre llega la calma…
El huracán Otis golpeó la Costa Grande de Guerrero el pasado 25 de octubre y, tras la tragedia, se han hecho evidentes las necesidades en la región costera ante un fenómeno meteorológico impredecible. En pocas horas, Otis pasó de una tormenta tropical a un huracán categoría 5, sorprendiendo incluso a meteorólogos estadounidenses.
Luego de casi una semana del desastre, la incertidumbre reina. Por redes sociales y medios de comunicación han circulado versiones sobre la asistencia y apoyo a los afectados por Otis que, lejos de aclarar lo que ocurre en los pueblos y colonias costeras de Guerrero, generan confusión.
Más allá de desmentir estas versiones – lo que se hace muy eficazmente en un post la usuaria de X, Meme Yamel –, este texto busca explicar la lógica detrás de la desinformación difundida durante estos días. Sostengo que no se trata de desinformación aleatoria u orgánica causada exclusivamente por la dificultad de comunicación, sino de una estrategia que lo que busca es alentar la confusión, incertidumbre y el rencor entre la población. En esta estrategia participan por igual – voluntaria o involuntariamente –voceros de los medios corporativos de comunicación, miembros de la oposición política, así como sus simpatizantes.
Según lo que se puede observar en la información, existen al menos tres elementos o tácticas que forman parte de esta estrategia. Las tácticas son: 1) exageración o tergiversación de la información sobre las condiciones concretas que enfrenta la población en la Costa Grande; 2) creación o circulación de información falsa y 3) minimización o menosprecio de las aclaraciones que se hace sobre las mentiras difundidas. Procedo a explicar.
1) Exageración o tergiversación
Este es quizá el eslabón más inocuo u orgánico de esta estrategia, ya que se vale de la información sobre la situación concreta que la propia población difunde y que busca denunciar una ausencia de apoyo. Así, se difundieron videos de la población local que legítimamente demandaba la intervención de las autoridades. En uno de estos, incluso, una mujer dice que esta ausencia de la autoridad se verá reflejada en las urnas.
Sin embargo, el problema no radica en la difusión – legítima – de esta información, sino en proyectar casos particulares como si fueran la condición de toda la población en la Costa Grande. En efecto, el tiempo y los esfuerzos hasta la fecha han sido insuficientes para satisfacer las necesidades de esta población y, sin embargo, la difusión de ésta con mensajes como “la población de Guerrero está completamente abandonada” busca evidentemente hacer pasar una situación real, pero particular, como las condiciones generales de la población costera.
En este nivel también se encuentran los mensajes que buscan hacer espectáculo o una suerte de chantaje emocional que no parecen corresponder con una ética periodística del que busca informar. Se exagera la llamada “rapiña” y se estigmatiza a la población que lleva a cabo la práctica de tomar objetos – “necesarios” o no – de las tiendas departamentales o el acaparamiento de productos de primera necesidad para sugerir que la responsable de su propia desgracia es la población de la Costa Grande.
Así, por ejemplo, Héctor de Mauleón en su nota “Acapulco: el apocalipsis de una ciudad” para El Universal, luego de resaltar la “rapiña”, compara a la población afectada por Otis con zombies: “Cae la noche en Acapulco y seres que se quedaron sin alma, porque lo perdieron todo, recorren las calles como los zombies de las películas de horror”, dice el comunicador en su escrito.
Otro ejemplo es la tergiversación de los informes o mensajes de advertencia que los distintos centros meteorológicos dieron sobre la llegada de Otis. El caso ejemplar es el de la periodista Denise Dresser, quien publicó mensajes del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, acusando que el presidente Andrés Manuel López Obrador habría tenido 21 horas para anticiparse al huracán. Sin embargo, el mensaje que compartió, incluso, tiene un horario que no concuerda con las afirmaciones de Dresser, ya que se hizo el 24 de octubre a las 10 de la noche; es decir, sólo dos horas antes de la llegada del huracán a la costa.
Esta narrativa fue replicada por Carlos Loret de Mola en su programa Latinus, y lo que busca es proyectar la idea de que las advertencias de los distintos centros meteorológicos, incluyendo el Servicio Meteorológico Nacional, daban cuenta del desastre que se venía y que el gobierno federal contaba con toda la información necesaria para advertir a la población pero que no hizo “nada” al respecto.
Además de que sí se advirtió a la población incluso mediante perifoneo durante la tarde del 24 de octubre, las advertencias sobre el potencial destructivo de Otis se hacen pasar como si se supiera desde antes acerca de que éste se convertiría en un huracán categoría 5, lo cual ha sido desmentido en diversas ocasiones.
2) Creación o difusión de información falsa
Esta táctica de desinformación es quizá la más dañina, ya que se trata de la creación de discursos y narrativas que abiertamente son erróneas y falsas. Dos mensajes son los que más se han replicado bajo esta lógica. El primero de ellos se trató de la difusión de un audio de un supuesto líder de una organización vecinal de nombre “Omar Flores” que dice haber presenciado abusos, asaltos y violencia por los elementos del Ejército en el contexto de la entrega de apoyos a la población guerrerense. Este audio ha sido desmentido, incluso, por el periodista abiertamente contrario al gobierno Ciro Gómez Leyva. Sin embargo, no ha parado de replicarse en las redes sociales como si fuera verdadero
El otro contenido se trata de un video de un miembro aparentemente de la Guardia Nacional que se observa extorsionando a un grupo de jóvenes que se comparte como si hubiera ocurrido en un retén rumbo a Guerrero como parte de los supuestos abusos y extorsiones perpetrados por las fuerzas del orden por “órdenes” del Gobierno Federal. Sin embargo, en el video no se puede observar ningún indicio de que esté relacionado con el robo del acopio de víveres para los damnificados por Otis.
Aunque el video es real, lo cierto es que no corresponde a una extorsión ocurrida en el contexto del acopio, sino que se trata de un caso ocurrido en Aguascalientes a principios de octubre, caso que ya está siendo investigado por el Ejército, ya que el elemento forma parte de la Policía Militar. Esto fue corroborado en redes sociales por el abogado especializado en derecho militar, César Gutiérrez Priego. Esta información fue reproducida por varios actores de los medios corporativos, incluyendo al comunicador Raymundo Riva Palacio. Sin embargo, algunos otros han cuestionado su veracidad, como es el caso de Héctor de Mauleón.
3) Minimización o menosprecio de las aclaraciones
El tercer nivel de esta estrategia busca, más bien, deslindarse y distraer la mirada de las mentiras difundidas, dirigiendo la atención al presidente AMLO o a sus simpatizantes. Así, se ha tachado de mensajes de “odio” que buscan “distraer” las aclaraciones realizadas por el presidente sobre la información difundida.
Por ejemplo, actores como el periodista Loret de Mola contaron los minutos de la conferencia matutina presidencial de este lunes, asegurando que se trataba de la más larga del sexenio, para argumentar que el presidente prefiere “golpear” a sus opositores en vez de informar a la población de la situación en Guerrero. Sin embargo, esta posición no toma en cuenta la necesidad real de desmentir la información falsa que, precisamente, incrementa la incertidumbre en la población que se mantiene a la expectativa de que se lleve a cabo una atención pronta y eficiente a las necesidades de las y los damnificados.
Existe otra forma en la que opera esta táctica en la cual, los que difundieron esta información – con o sin dolo –, buscan deslindarse. Así, cuando en las redes sociales se les señala de desinformadores, los personajes recurren al argumento de que “nunca dijeron que se trataba de Guerrero” o que, independientemente de dónde ocurra, la extorsión del policía Militar es un acto grave que debe revisarse.
No obstante, no consideran que el lugar de los hechos, así como el contexto en el cual esta información fue difundida es crucial, pues se evidencia cómo existe una intención clara de difundir información falsa o tergiversada para causar caos y que la población no sea capaz de distinguir entre la realidad y la ficción. A este deslinde recurrieron personajes tan ilustres como la candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, o el comunicador Pascal Beltrán del Río.
Si bien no todos los que participan en esta estrategia tienen la claridad de los objetivos, es claro que, al menos, les nubla el rencor o el odio que tienen hacia el gobierno del presidente AMLO para no informarse correctamente antes de difundir información falsa o poco precisa. En ese sentido, resulta por lo menos irrisorio que comunicadores como Pascal Beltrán exijan que se aclare una confusión que ellos mismos provocaron al no investigar antes de compartir una información en un momento como éste.
Más allá de señalar responsables, se vuelve necesario reconocer que esta información no se ha difundido de manera casual ni por la incapacidad de los comunicadores, sino que es parte de una estrategia que busca desestabilizar a una población que se encuentra sensible ante las inclemencias del desastre que afectó a nuestros hermanos guerrerenses. Lo importante es volver a mirarles y exigir que se atiendan con celeridad sus necesidades en estos momentos tan delicados.