13/10/2023 (Ciudad de México). Tras el ataque de la milicia islamista radical Hamás, Israel tomó indiscriminadas represalias contra todo el pueblo palestino en la franja de Gaza, un territorio que tiene 365 Km2 (la quinta parte de la ciudad de México), en que viven más de dos millones de personas. Los bombardeos de alto poder destructivo prácticamente están reduciendo a escombros uno por uno los barrios gazatíes, forzando a la población a abandonar sus hogares; el objetivo es ese: que familias palestinas se vayan para nunca más volver. El modelo que están siguiendo los mandos de Tel Aviv es el de Nagorno-Karabaj, una región mayoritariamente poblada por armenios en Asia Central, que Azerbaiyán ocupó a plenitud luego de su aplastante triunfo militar que obligó a millones de armenios a irse definitivamente de la región. A esto los supremacistas le llaman “limpieza étnica”.

Tan brutal es el contrataque israelí que la sede en Gaza de la “Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios”, denunció que los ataques aéreos dejaron a cuatrocientos mil civiles inocentes sin agua, saneamiento e higiene. Más de doscientos mil pobladores fueron desplazados, al ser destruidas sus viviendas por bombardeos sin previo aviso. La orden proferida por el ministro de defensa Yoav Galant de cercar Gaza de alimentos, combustible y electricidad, ha sido calificada por el presidente colombiano Gustavo Petro como un crimen de lesa humanidad.

Y Petro no está sólo. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, condenó el bloqueo de Gaza por parte de Israel. A nombre de la ONU, cuya carta constitutiva se elaboró acabada la segunda guerra mundial, cuando ocurrieron indiscriminadas masacres de población civil, Turk afirmó que el derecho internacional humanitario prohíbe un asedio que ponga en peligro vidas civiles. Raquel Martí, directora de Naciones Unidas para Refugiados en Gaza, llegó a expresar su temor de que Israel busque una limpieza étnica de palestinos.

Ayer, las fuerzas armadas de Israel dieron un ultimátum a un millón de palestinos para que abandonen el norte de la franja de Gaza, antes de comenzar operaciones militares y bombardeos aún más letales que los que actualmente realizan. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, desde Nueva York ha alertado de las consecuencias humanitarias devastadoras de semejante medida. En Ginebra, Volker Turk nuevamente afirmó que las acciones de Israel contra Palestina ya están violando el derecho internacional.

Palestina ha estallado y la atención mundial, que hasta la víspera estaba en Ucrania, ha virado hacia allá.

¿Cómo está Ucrania? Desde hace meses, las operaciones de la contraofensiva ucraniana no han logrado superar las defensas del ejército ruso, por lo que el escenario de prolongación de la guerra sin grandes cambios en el frente ya es asumido por la Unión Europea y por Estados Unidos. El respaldo internacional a Ucrania ha mermado, por los magros resultados de semejante respaldo logístico y financiero europeo y estadounidense a Kiev, y por las sospechas de que autoridades ucranianas desviaron una parte de los envíos bélicos al mercado negro controlado por traficantes de armas. La destitución hace un mes de Oleksí Résnikov, quien fuera ministro ucraniano de defensa desde el inicio de la guerra, tuvo que ver con estas denuncias.

La rebelión interna en el Congreso de los Estados Unidos, cuya Cámara de Representantes destituyó –por primera vez en su larga historia parlamentaria- a su presidente, el republicano Kevin McCarthy, se ha visto complementada por el retiro del presupuesto federal del paquete de apoyo de 20.600 millones de dólares para Ucrania solicitado por la Casa Blanca. Ante la falta de fondos para Kiev que confirma el ocaso del tema ucraniano en la agenda de las potencias que ahora priorizan a Israel, el prestigioso periódico Washington Post ha informado de una presión no oficial norteamericana a los Bancos Centrales de Europa para que utilicen los fondos rusos congelados en países de occidente asignándolos al esfuerzo de guerra. El propio medio de comunicación observa la ilegalidad del mecanismo propuesto.