El candidato de la ultraderecha habló en el “Council of Americas” y fue aplaudido por un auditorio de empresarios que escucharon lo que querían, un programa de máxima del gran capital, en defensa de la propiedad privada y la demanda por rentabilidad acrecentada en tiempos complejos del capitalismo contemporáneo, no solo en Argentina.
Milei les propuso un proyecto a 35/45 años y recuperar un plan liberal, el de Alberdi (1850/60), que logró “éxitos” en cinco décadas, hacia el 1910, desde el imaginario de la Argentina potencia, entre los principales países del capitalismo mundial por su PBI, obviando el retraso social y la dependencia del capital externo a la que se asociaba la oligarquía terrateniente en esos tiempos. Además, 1910 es tiempo de “ESTADO de SITIO” y represión a trabajadorxs, base de la década infame en años siguientes y de golpes militares restauradores del poder oligárquico desde 1930.
Milei les propuso a los empresarios una REVOLUCIÓN LIBERAL, sustentada en cuatro aspectos: 1. Una reaccionaria reforma estatal, similar a la de los 90 con Menem, Cavallo o de la Rúa; 2. Una regresiva reforma laboral, denominada “modernización” dialogada con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo (modelo UOCRA); 3. Apertura de la economía como en los 80 de la dictadura y Martínez de Hoz, los 90 o el macrismo (las 4 M: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei); 4. El cierre del Banco Centra de la República Argentina con dolarización y más deuda y dependencia, ofreciendo los títulos en manos del Estado para sustentar el cambio de moneda, unos 40.000 millones de dólares.
Entre las falacias de Milei opera el ejemplo de la India y de Irlanda escamoteando el origen colonial dependiente de la dominación del Imperio británico, los usurpadores de Malvinas. La lucha por la INDEPENDENCIA es una asignatura pendiente en todos los territorios colonizados por el CAPITAL. Es parte de la lucha independentista de Irlanda, subordinada al mismo tiempo que se liberaba Haití a comienzos del siglo XIX, jamás perdonada por ser la primera revolución antiesclavista triunfante del mundo.
Otra falacia de Milei remite al escamoteo del reclamo de “la tierra para quien la trabaje” con la que los arrendatarios reclamaron la reforma agraria contra el poder terrateniente en el grito de Alcorta en 1912. La Argentina potencia del centenario se sustentaba en el poder terrateniente y el CAPITAL externo, sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación privada de los bienes comunes, especialmente la tierra.
Por eso la falacia de Milei sobre “Argentina potencia n°1 del mundo en 1910”, producto del auge liberal del programa de Alberdi, obviando el estado de sitio y el conflicto social extendido en el centenario. La riqueza hacia 1910 tiene base en la apropiación privada de las tierras (genocidio) y gran inmigración de trabajadorxs.
Las falacias de MILEI se sostienen en que “la riqueza la producen los privados (empresarios)”, cuando los clásicos de la economía, incluso los fisiócratas, sostenían hace más de dos siglos que la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la tierra, que el CAPITAL es trabajo acumulado; no pagado a sus creadores, las trabajadoras y los trabajadores.
Milei se sustenta en un plan de largo aliento por instalar en la conciencia social la ideología de la liberalización y en la ausencia de un proyecto político alternativo en contra del régimen del capital. No quiere decir que no existan esos proyectos en grupos, partidos, organizaciones populares, sino que no logran una acumulación suficiente para ser opción de poder ante las miserias que sufre la mayoría de la sociedad. La lucha y organización popular desde un proyecto político que acumule fuerza para la lucha anticapitalista será el desafío para la disputa del presente y el renovado escenario contrarrevolucionario de la ofensiva capitalista, sustentada hoy desde las falacias de la ultraderecha y que agreden a nuestro pueblo.