11/09/2023 (Ciudad de México). Se conmemoran 50 años de la gesta de Salvador Allende, el presidente socialista chileno que intentó hacer una revolución en democracia y entregó su vida defendiendo la soberanía popular frente al golpe de Estado de Augusto Pinochet.

Ese golpe cortó de forma sangrienta el proceso de transformaciones sociales, económicas y políticas en Chile que había comenzado en 1970 con el triunfo del frente de izquierdas “Unidad Popular” que convirtió a Allende en presidente. Tres años después vino el golpe militar, luego un sabotaje económico y un desgaste político planificado por las fuerzas conservadoras de derecha dentro del país, que contaron con el respaldo del gobierno de los Estados Unidos (Nixon y Kissinger), tal como demuestran los documentos que Washington está desclasificando.

Hace cincuenta años, la madrugada de aquél 11 de septiembre de 1973, los militares comenzaron la sublevación en Valparaíso con efectivos de la Marina. Desde allí fueron tomando el control de todas las ciudades sin que se pudiera organizar la resistencia popular al fascismo. Poco después del mediodía aviones de guerra y tanques bombardearon el Palacio de la Moneda, que comenzó a incendiarse. Dentro estaba Allende, que poco antes por Radio Magallanes había emitido su última proclama: “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Sigan sabiendo ustedes que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el pueblo libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡viva el pueblo!, ¡vivan los trabajadores!”.

Allende tuvo la oportunidad de salir del Palacio; varios historiadores reconstruyeron una llamada que recibió a media mañana de Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) con quien tenían una relación de mutuo respeto, que le planteó organizar un operativo armado para salvarlo. Allende rechazó el ofrecimiento indicando a Enríquez que había llegado el momento de que otros y otras asuman la conducción de la lucha contra la instauración de la dictadura. Allende murió en nombre de su indeclinable compromiso con el pueblo chileno.

El triunfo del fascismo uniformado devolvió el poder a la oligarquía instaurando una brutal dictadura que duró 17 años. Recién en 1990 pudo Chile comenzar una larga transición a la democracia.

Cincuenta años después de ese terrible día, el mundo recuerda a Allende con respeto y admiración. Hoy se vuelve a escuchar en muchos países: Nunca más dictaduras.

En Chile se realizaron muchos homenajes, desde el oficialmente organizado por el presidente Gabriel Boric, en el que estuvieron presentes como invitados el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; el Primer Ministro de Portugal, Antonio Costa; el Presidente de Bolivia, Luis Arce y el presidente de Uruguay, Luis Lacalle; así como exmandatarios como Juan Manuel Santos (Colombia), Ernesto Samper (Colombia) y José Mujica (Uruguay). Se debe subrayar que ninguno de los partidos opositores de derecha estuvo en los actos.

En México y Argentina también hubo homenajes políticos y actos culturales en que se interpretaron las canciones del proceso chileno, que fueron organizados por colectivos de izquierda, organizaciones de derechos humanos y residentes chilenos. En Cuba, Colombia y Venezuela hubo conmemoraciones y festivales de música popular. En Uruguay, la alcaldesa de izquierda de Montevideo Carolina Cosse se sumó al acto organizado por el plenario intersindical de los trabajadores. En Europa, tanto en Madrid como en Barcelona se hicieron actos con numerosa asistencia y organizados por la izquierda española. En París, la organización “Francia Insumisa” de Jean Luc Melenchon, que siempre ha tenido a la izquierda latinoamericana como referente, organizó un acto en un teatro parisino; así también la alcaldesa de París Ana María Hidalgo del Partido Socialista Francés se sumó a las conmemoraciones con una exposición fotográfica en homenaje a Allende y a decenas de mujeres chilenas que llegaron exiliadas a Francia luego del golpe.

Cincuenta años después de su muerte física, el legado ético y político del gran revolucionario chileno sigue aún vigente.