07/02/2024 (Ciudad de México). Mientras Javier Milei, ansioso de escenarios internacionales para reafirmar sus alineamientos ideológicos, visitaba Israel y estaba reunido con el primer ministro Benjamín Netanyahu, al que expresaba su admiración por lo que denominó “la justa defensa de Israel del terrorismo de Hamás”, al salir de la oficina del israelí recibió noticias sobre la aprobación de la “Ley Ómnibus” desde Buenos Aires, según afirmó su Canciller Diana Mondino a una cadena internacional.
Su operador legislativo, el diputado José Luis Espert, le comentó que la volátil mayoría conseguida el pasado viernes en la Cámara de Diputados para la aprobación en la estación en grande de la “Ley Ómnibus”, se estaba fragmentando por falta de acuerdos puntuales, por exceso de dubitaciones o por la mayor carga de exigencias de los aliados coyunturales, por lo que era posible que la coalición gubernamental pierda varias votaciones en la plenaria camaral, cuando en la fase de aprobación en detalle de la ley se consideraran los capítulos referidos a privatizaciones de empresas del Estado y delegación de plenos poderes al presidente.
Milei, que en diciembre andaba pletórico por la circunstancial mayoría del 56% con que ganó el balotaje presidencial, hoy con frecuencia tiene arrebatos coléricos. Desde Israel le ordenó a Espert y al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que retiren la ley de la plenaria y la devuelvan a Comisiones legislativas. Esto equivale a volver a empezar de cero el camino de su aprobación congresal.
Anoticiados de la debacle oficialista, la multitud que desde hace una semana está reunida en la Plaza del Congreso estalló en festejos. “Milei entiende, la Patria no se vende”, “El fascismo no pasará” eran las consignas más coreadas por los manifestantes. También en las barriadas populares de Buenos Aires, así como en varias otras ciudades, el júbilo se adueñó de las asambleas vecinales que anteceden a los cacerolazos que se realizan todas las noches.
Al gobierno le costará encajar esta derrota, la primera de magnitud cuando ni siquiera se cumplen dos meses de la llegada del neofascista a la Casa Rosada. A modo de reacción muy poco estructurada, el vocero de Gobierno Manuel Adorni afirmó que el gobierno “no descarta” convocar a un plebiscito para que la ciudadanía se pronuncie con libertad respecto del obstruccionismo de la casta política en el Congreso. Este discurso crítico a la “casta” anda muy devaluado, porque Milei cogobierna con dos políticos profesionales: Mauricio Macri y Patricia Bullrich. También incorporó a su gabinete a Daniel Scioli, considerado hasta hace poco por los propios mileistas un “dinosaurio del peronismo”.
Volviendo al plebiscito, la Constitución argentina establece que para ser vinculante debe ser aprobado por las dos cámaras del Congreso, algo que es poco probable que logre el actual gobierno. Entonces sólo podría convocar por vía ejecutiva a una consulta no vinculante y aun en caso de animarse a hacerlo, hay temas que expresamente la Constitución no permite plebiscitar y son justamente los temas medulares que han frenado la “Ley Ómnibus”: cuestiones impositivas, reformas penales, poderes plenipotenciarios. Además se le puede abrir a Milei otro escenario de riesgo, ya que el rápido desgaste de la imagen presidencial puede convertir la consulta en un acto político que sus numerosos adversarios aprovechen para generalizar la idea de que lo que se está plebiscitando es su permanencia en el cargo.
Según casi todas las encuestas el apoyo ciudadano a Milei sigue en descenso desde aquél 56% que logró en noviembre del 2023, hoy tendría un respaldo del 47% y bajando. Las razones son la inflación descontrolada, la brutal caída de los ingresos en los sectores populares y la fuerte represión policial que aplica su ministra de seguridad, la mencionada Bullrich.