16/10/2023 (Ciudad de México). Hace unos días, el mundo se estremeció con las imágenes de un ataque de Hamás contra cuarteles y colonias en el sur de Israel. Los métodos utilizados de asesinar civiles israelíes desarmados, ni son revolucionarios ni llevan jamás a revoluciones. Sólo le dieron al régimen israelí presidido por Benjamín Netanyahu argumentos para su represalia.
Recordemos al uruguayo Eduardo Galeano que, a propósito de la invasión del ejército israelí a la Franja de Gaza el año 2012, escribió: “Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa. Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos”.
Y los multiplicó. Ya se dijo que las acciones terroristas del islamismo radical de Hamás, se convirtieron en la coartada que los supremacistas del Likud –el partido con el que gobierna Netanyahu- necesitaban para emprender los peores crímenes de lesa humanidad contra Palestina. Esa es ahora la trágica situación en Gaza: bombardeos indiscriminados contra población civil, utilizando armas prohibidas por convenciones internacionales como son las bombas de fósforo blanco que la “Human Rights Watch” ha denunciado que las fuerzas armadas israelíes están detonando. Una palabra describe el horror: Genocidio.
Es precisamente a esto que se refirió el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, hace unos días cuando escribió: “Ya estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza”.
Y la de Petro no es una solitaria voz que clama en medio del desierto. El austriaco Volker Turk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, también se ha pronunciado contra las acciones que está tomando Israel en Gaza. El Secretario General de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, ha alertado que habrá consecuencias humanitarias devastadoras del accionar militar ordenado por Netanyahu.
Por cada bomba que cae en Gaza y destruye edificios de viviendas multifamiliares, arrasando barrios enteros y causando millares de víctimas civiles inocentes, crece la solidaridad internacional con Palestina. En el mundo árabe en estos días han ocurrido manifestaciones gigantescas en ciudades de Irán, Irak, Jordania, Líbano, Argelia, Túnez, Egipto, Yemen, Sudán. Las manifestaciones también comienzan a sentirse en Europa, particularmente en España, Italia, Alemania e Inglaterra. En Estados Unidos y en América Latina hay manifestaciones que no son ni a favor de las acciones de Hamás ni contrarias al pueblo israelí; son clamores por el alto al fuego en Gaza y para que el gobierno de Netanyahu permita la llegada de ayuda humanitaria.
Es que el gobierno de Netanyahu actúa con la prepotencia de quien tiene bajo su mando a uno de los cinco más poderosos ejércitos del mundo. Su alevosía se expresó con la citación con fines de amedrentamiento del embajador de Colombia en Israel, para anunciarle que suspenden los suministros para la seguridad colombiana. No se esperaban una respuesta tan contundente de Petro: “Si hay que suspender las relaciones con Israel las suspendemos. No apoyamos genocidios”. Al mismo tiempo, el canciller colombiano Álvaro Leyva instó al embajador de Israel Gali Dagan a que se vaya de Colombia.