10/01/2025 (Ciudad de México). En lo que es ya el anuncio de una dolorosa despedida, el ex presidente de Uruguay, José Mujica de 89 años, informó que el cáncer de esófago que le detectaron hace diez meses, y por el que tuvo que someterse a un duro tratamiento médico, se ha agravado.
El cuadro clínico del Pepe -así conocido coloquialmente en su país y a nivel mundial- ya era muy complejo en abril de 2024, debido a una enfermedad inmunológica que desde hace 20 años le afecta los riñones. Pero ahora, según informó en una entrevista con el semanario montevideano “Búsqueda”, la situación empeora pues la enfermedad se extendió al hígado, por lo que sólo es cuestión de tiempo para que se expanda a otras partes de su organismo.
“Me estoy muriendo. No paro al cáncer con nada. ¿Por qué? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta” dijo Mujica. Afirmó que ha tomado la decisión de no someterse a más tratamientos de radioterapia o quimioterapia. “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”.
El día de hoy, en una rueda de prensa, la doctora personal de Mujica, Raquel Pannone, confirmó las palabras del ex presidente: “El día que hicimos la endoscopía digestiva para ver en qué situación estábamos y definir la colocación del stent, que es un dispositivo médico, se hicieron estudios imagenológicos a nivel hepático, que mostraron metástasis de su cáncer de esófago al nivel del hígado”.
El dirigente de izquierda, de ideología revolucionaria, se ha convertido en referente latinoamericano por la coherencia entre ideas, palabras y acciones demostrada en su larga trayectoria política. Su militancia inició bajo la influencia de su primo Ángel Cordano, que en 1956 le animó a afiliarse al Partido Nacional, llegando a ser secretario general de Juventudes y apoyando, en el ministerio de Trabajo, a Enrique Erro. Para 1962, la revolución cubana ya había marcado a las nuevas generaciones de la izquierda continental, llevando a Mujica a radicalizarse hacia posturas socialistas. En 1964 se integró al “Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros”, que planteaba una fase de la lucha nacional antimperialista como paso necesario para la construcción del socialismo. En ese momento, la estrategia fue la guerrilla urbana, por lo que afrontaron, junto a otros partidos de la izquierda uruguaya, la persecución gubernamental.
En esa etapa de clandestinidad, Mujica fue herido con seis balazos en un enfrentamiento armado con la policía el año 1970. Detenido en el Penal de Punta Carretas, logró fugarse. En 1973 fue nuevamente encarcelado bajo durísimas condiciones, sufriendo el cautiverio del aislamiento total durante 12 años, entre 1973 y 1985.
Recuperada su libertad, replanteó la estrategia política, fundando en los años noventa el “Movimiento de Participación Popular” (MPP), que fue convirtiéndose en una de las principales fuerzas políticas dentro del “Frente Amplio”, que reúne a todas las izquierdas de su país. En 1994 fue elegido diputado, en 1999 senador y en 2009 ganó la presidencia.
Lo que más marca el ejemplo de Mujica es que nunca dejó de vivir en su chacra ubicada en la periferia de Montevideo, donde trabaja como floricultor. No se dejó ganar por la fama, por la simbología del poder o por la acumulación de dinero. Esta es la parte ética que, aún estando vivo, le ganó varios homenajes como las condecoraciones que le colocaron, visitándolo ahí en su casa hace algunas semanas, los presidentes Lula da Silva y Gustavo Petro.
Como es normal en los seres humanos, Mujica comete errores. En recientes entrevistas, tuvo excesos verbales contra Cristina Fernández, Nicolás Maduro o Evo Morales, absolutamente inoportunos por el asedio derechista o imperialista a que están sometidos esos liderazgos. También en este rango de errores entra su respaldo a su ex canciller Luis Almagro para que dirija la Organización de Estados Americanos (OEA), donde el uruguayo terminó alineándose con la Casa Blanco y lo más rancio del conservadurismo latinoamericano.
Pero por mucho prevalecen los aciertos y el ejemplo del Pepe, que casi a sus noventa años, sigue llamando la atención de las nuevas generaciones.