07/01/2025 (Ciudad de México). Recordemos que la caída de Bashar al-Assad en Siria, fue el acontecimiento internacional que marcó diciembre. Esto, lamentablemente, opacó el genocidio en Gaza y la destrucción de Líbano, por el ejército de Israel. Al mismo tiempo, el derrocamiento del presidente árabe permitió al gobierno del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, neutralizar a su oposición interna mostrando una imagen de avance militar ante el “Eje de la Resistencia”, conformado por los gobiernos de Irán, Siria, Líbano, Palestina y Yemen.
Pasado un mes de aquel derrocamiento, Siria se hunde en la crisis económica y sigue en guerra interna. El nuevo gobierno de facto, dirigido por los yihadistas islámicos a la cabeza de Ahmed al Sharaa, no puede aún estabilizar la situación del país, ya que en el norte continúan los enfrentamientos entre fuerzas nacionalistas que tienen el respaldo militar directo de Turquía, contra las milicias del pueblo kurdo. El Kurdistán es una región que va desde el norte de Siria y de Irak, hasta el sur de Turquía, una región donde viven cuarenta millones de kurdos, una verdadera nación que lucha por tener un Estado propio.
Por su parte, Israel ha continuado sus operaciones de destrucción en Gaza y consolida su expansión militar hacia la parte sur del Líbano y el sur de Siria. En tanto, en Palestina, ha estallado un enfrentamiento fratricida en el campo de refugiados de Jenin (Cisjordania), donde las tropas que responden al mando de la Autoridad Nacional Palestina, se enfrentan a milicianos de Hamás. El panorama en el Medio oriente dio un vuelco dramático luego del colapso sirio, colocando en posición vulnerable a Irán y a las fuerzas militares (Hamás y Hezbolá) afines a ese régimen islámico.
Esto favorece a Estados Unidos por su respaldo bélico a la ofensiva emprendida por Israel contra varios gobiernos árabes. De esta forma, el saldo que va quedando en Medio Oriente podría compensar la derrota militar de Ucrania ante Rusia.
La magnitud geopolítica de tal derrota, que no es solamente de Kiev sino de todos los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), nada menos que 32, encabezados por Estados Unidos, que abarca casi toda Europa con las excepciones de Suiza, Austria, Chipre, Malta, Moldavia y Serbia. La credibilidad e imagen de invulnerabilidad de semejante alianza militar, que mandó dinero, armas, municiones y personal militar solapado a Ucrania, queda dañada.
Es inevitable el diálogo para la paz, o mejor dicho, para salir de la guerra en Ucrania. El inicio del segundo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, el 20 de enero, sabiendo que la nueva administración republicana no quiere seguir respaldando a Ucrania en una guerra ya perdida, está acelerando los tiempos de posicionamiento de fuerzas militares para la negociación. Por ello es que Rusia golpea con todo lo que tiene en el frente del Donbas ucraniano, mientras Ucrania trata de mantenerse en la región rusa de Kursk.
Y así llegamos a América Latina, que es la región del mundo hacia donde mira Washington para afirmarse en la lucha geopolítica mundial frente al fortalecido eje euroasiático conformado por China y Rusia. No se trata de un “repliegue hacia América Latina” ya que, como hemos visto en la reseña anterior, Estados Unidos sigue teniendo como objetivo supremo frenar a China en varios continentes. Para esto necesita hegemonizar por completo en América, atacando a los países que se oponen a su dominio, encabezados por Cuba y Venezuela.
Como ya no es posible impedir la investidura, el 10 de enero, de Nicolás Maduro para un nuevo período de gobierno (2025 – 2030), la Casa Blanca comienza a agitar la política hemisférica para construir un escenario de intervención. Pero una intervención (en escala limitada o en escala ampliada) inevitablemente llevará a activar confrontaciones en otros países, comenzando con Colombia, con las fuerzas guerrilleras que no firmaron acuerdos de paz.
Por ello, para evitar una salida por el desastre que incendie la región, varios gobiernos (Bolivia, Cuba, Nicaragua, Colombia, México) confirmaron la asistencia de sus jefes de Estado o representantes diplomáticos a la posesión del izquierdista Maduro. Está por verse el papel que cumplirá el gobierno del Brasil, presidido por Lula da Silva.
Mientras, el candidato de la oposición venezolana, Edmundo González, realiza una gira por varios países que concluye con una reunión con Joe Biden en Estados Unidos, para formar un bloque de gobiernos de derecha (Milei en Argentina, Bukele en El Salvador, Noboa en Ecuador, Peña en Paraguay, Mulino en Panamá) que repudien a Maduro y eventualmente apoyen sanciones y acciones contra Venezuela. La situación interna en Venezuela por el momento es tranquila, pero para los próximos días están convocadas protestas por la dirigenta opositora María Corina Machado.