07/10/2024 (Ciudad de México). Cada cuatro años en Brasil se realizan las elecciones municipales en los 5.569 municipios de todo el país, que tienen un marcado peso citadino ya que, según los datos censales, el 80% de la población brasileña (que en total llega a 215 millones de habitantes) vive en áreas urbanas. 

La primera vuelta de estas elecciones fue ayer, domingo 6 de octubre, quedando pendiente, en aquellos lugares donde no se lograron mayorías absolutas para ningún candidato, la segunda vuelta entre las dos postulaciones más votadas. Tal balotaje se efectuará el domingo 27 de octubre.

Según datos del Tribunal Supremo Electoral del Brasil el nivel de abstencionismo que normalmente se presenta en estos comicios locales, está entre 20% a 25% del total de padrón de inscritos. 

Ahora bien, los resultados generales de esta primera vuelta mostraron el predominio, a nivel de alcaldías y concejalías, de los partidos de la derecha, con un preocupante rezago de las opciones de izquierda. Pero no es una derecha cohesionada en torno a un liderazgo político o un partido de alcance nacional. Son múltiples proyectos con mucho énfasis en la gobernanza municipal y que logran adhesión ciudadana local, pero que no necesariamente expresan una corriente nacional unificada que vaya junta a la próxima elección presidencial.

Precisamente dos de las contiendas más esperadas y que sí pueden marcar tendencia hacia las próximas elecciones nacionales, que serán dentro de dos años, fueron las de Río de Janeiro y San Pablo.

Ganó por mayoría absoluta en la ciudad de Río de Janeiro, de casi siete millones de habitantes, el alcalde carioca Eduardo Paes. Se presentó a la reelección contando con el respaldo de Lula da Silva, aunque no es de la misma ideología del “Partido de los Trabajadores”, que es la organización política del presidente brasileño. Paestiene la habilidad de crear grandes plataformas multipartidarias en torno a su liderazgo centrista, que unas veces se denomina “social democrático” y otras “social liberalista”, lo que le permite ser un comodín, capaz de ser parte de alianzas tanto con la derecha como con la izquierda. Sin embargo, también hay que decir que el año 2016, cuando sucedió la inconstitucional destitución de la presidenta de izquierda Dilma Roussef, Paes manifestó su desacuerdo con ese golpe congresal, indicando que era “un riesgo para la democracia”.

La otra disputa importante de esta elección fue la de San Pablo, la ciudad más poblada de América Latina con 22 millones de habitantes. La votación paulista estuvo muy dividida por lo que no hubo definición en primera vuelta. El balotaje será entre el empresario derechista Ricardo Nunes, que es el actual alcalde y recibió el apoyo de Jair Bolsonaro, y el líder popular izquierdista Guilherme Boulos, del “Partido Socialismo y Libertad” (PSOL), un partido aliado del gobierno que contó con el pleno respaldo de Lula da Silva.

Está claro que el gobierno de Lula, que está realizando una buena gestión de la economía nacional, no pudo convertirla en respaldo político electoral para los candidatos progresistas. Brasil venía de cuatro años (2018 – 2022) de un gobierno de ultraderecha encabezado por Jair Bolsonaro, en los que organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), observó en varias oportunidades el descuido macroeconómico, el abandono de las políticas sociales y las improvisaciones presupuestarias.

El tiempo que resta hasta el 2026, todavía puede dar lugar a varios reacomodos de la política nacional, que es distinta a la política municipal.