19/09/2024 (Ciudad de México). Hace unas semanas, en Estados Unidos, en uno de sus mítines de campaña, Donald Trump lanzó la siguiente afirmación: “Hay un lugar llamado Springfield, Ohio, sobre el cual he estado leyendo, 20 mil inmigrantes haitianos ilegales han invadido la ciudad de 58 mil habitantes, destruyendo por completo su modo de vida. Se llevan a los gansos de los parques, e incluso se llevan a sus mascotas y se los comen”. Unos días después, durante el debate presidencial con la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, el pelirrojo magnate repitió la mentira, recibiendo la réplica del periodista David Muir, moderador del debate, que le señaló que no había pruebas ni reportes creíbles que respalden su afirmación.
El ataque estuvo dirigido contra Haití, porque desde hace ocho años, para la derecha ultraconservadora y racista del continente, el pueblo haitiano se ha convertido en una especie de paria, al que constantemente atacan para así negar derechos a los migrantes, calificándolos de la forma más prepotente como delincuentes.
Haití lucha por superar un drama humanitario que por poco le destruye como nación independiente. Ayer, el gobierno de transición nombrado hace tres meses y que encabeza Gary Conille, logró ponerse de acuerdo en la conformación de un “Consejo Electoral Provisional”. Se trata del paso inicial para realizar las primeras elecciones generales desde el año 2016, cuando ganó en las urnas el empresario Jovenel Moise.
Moise era un hombre con ideas liberales en economía, que fue parte del “Partido Haitiano Tet Kale” (PHTK), una organización de derecha fundada por el ex presidente Michel Martelly. Fue precisamente Martelly que invitó a Moise, con quien tenía negocios conjuntos, a ser candidato a la presidencia para las elecciones celebradas en octubre de 2015, pero cuyos resultados recién se oficializaron en noviembre de 2016. Moise fue declarado ganador de un proceso electoral con muy elevado ausentismo y varias acusaciones de fraude.
Ese fue también el año en que comenzó una crisis económica, agravada tras el desastre ocasionado por el huracán Mathew, que devastó la parte sudoeste del país en octubre de 2016. Mathew causó 900 muertes y miles de personas tuvieron que abandonar sus lugares de origen y dirigirse hacia la capital, Puerto Príncipe, donde terminaron reclutados por las bandas criminales.
Los siguientes años fueron de crónica inestabilidad. El presidente Moise era cuestionado porque la oposición le exigía que entregue el gobierno el año 2021, contabilizando los cinco años de mandato desde el 2015. Pero el empresario sostenía que aún le quedaba un año de gobierno, pues recién comenzó a ejercer el 2016.
La crisis económica se agravó desde el 2019, por la devaluación de la moneda haitiana y la inflación galopante. Haití era un caldero hirviente, hasta que el 7 de julio de 2021 fue asesinado Moise por sicarios -trece efectivos en retiro del ejército de Colombia- contratados en Florida, Estados Unidos. Fue un intento de golpe de Estado planificado desde la vecina República Dominicana por grupos ultraderechistas vinculados al narcotráfico, pero no lograron establecer un gobierno con legitimidad y sólo agravaron la crisis de Estado.
Luego de ese magnicidio, se apoderaron del país los grupos criminales que habían comenzado a crecer de forma muy acelerada desde la catástrofe natural del 2016. Durante dos años, Haití se convirtió en uno de los países más peligrosos del mundo, al punto que se comenzó a hablar de un Estado fallido.
Hace cinco meses comenzó un proceso de normalización, con el apoyo de tropas de policía africanas que llegaron desde Kenia, que son la columna vertebral de la “Misión de Apoyo Multinacional a la Seguridad”. Esta Misión cuenta con el compromiso de ser reforzada con 2.000 efectivos de Benin, otro país de África Occidental. Cuenta con el respaldo de varios países caribeños como Bahamas, Jamaica, Antigua y Bermuda, además de México, que también respalda este proceso.
Uno de los grandes problemas es que la transición se está realizando con autoridades que no fueron electas. Por ello se espera una pronta democratización.