03/09/2024 (Ciudad de México). El presidente argentino Javier Milei acaba de dar dos nuevas muestras de su ideología neofascista. El neofascismo, no es tanto una ideología con fundamentos filosóficos que le otorgue una identidad política uniforme, como una ideología emotiva y reactiva de los sectores sociales más conservadores, ante el avance de los derechos colectivos en un contexto de crisis global.
El neofascismo fija como sus objetivos anular los derechos de los migrantes, a quienes asume como una “competencia ilegal y desleal” para los sectores laborales de cada país. Postula revertir el avance de los derechos feministas, presentando la que denominan “ideología de género” como algo que socava los fundamentos heteronormativos de la sociedad y arrebata su “femineidad” a las mujeres. Plantea contener el avance de los derechos de la diversidad sexual, o comunidad LGTBI+ a la que consideran una “patología social”. Pretende acabar con el avance de la conciencia ecologista, que consideran se basa en un invento (el calentamiento global) de los lobbies de instituciones ambientalistas, que hacen de la protección de la naturaleza un negocio, perjudicando el libre desarrollo de las industrias.
Estos cuatro podrían ser los comunes denominadores entre Javier Milei y Nayib Bukele, o entre Donald Trump y Marine Le Pen, o entre Giorgia Meloni y Jair Bolsonaro, los más destacados representantes del neofascismo en la actualidad. Cuando entramos al terreno de los modelos económicos que cada uno de ellos defiende, aparecen las diferencias; así por ejemplo, el proteccionismo nacionalista que defiende Le Pen en Francia o Trump en Estados Unidos, no tiene mucho que ver con el ultraliberalismo con Estado reducido y plena apertura a capitales extranjeros, que implementa Milei en Argentina.
Precisamente en Argentina el gobierno de Javier Milei ha convertido en uno de sus pilares la que denomina “batalla cultural contra el feminismo, el ecologismo y el igualitarismo”. Esa lucha ideológica pasa por evitar que las Universidades Públicas sigan siendo semillero de ideas de revolución social. De aquí se origina el recorte presupuestario que está aplicando como parte de su ajuste fiscal, al sistema universitario y contra el que docentes, estudiantes y trabajadores administrativos están resistiendo.
Pero no basta. Ayer, la Policía Federal, por órdenes de la ministra de seguridad Patricia Bullrich, quiso clausurar una importante entidad educativa, impidiendo el ingreso de docentes y estudiantes a la “Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo” (UNMPM), dejando encerrada dentro del edificio a la rectora Cristina Caamaño. Caamaño es una respetada abogada, escritora y docente, especializada en la defensa de los derechos humanos. Luego de horas de estar encerrada, salió a hablar a la gran cantidad de gente que se había congregado en los alrededores de la Universidad, pidiéndoles calma, además de pedir el repliegue de los policías.
Finalmente, ante el repudio social, tuvieron los policías que retirarse, en lo que fue un pequeño triunfo que no asegura que nuevas arremetidas represivas no vengan en el futuro.
Por otra parte, varios medios de comunicación dieron a conocer el autoritario contenido de un “Decreto sobre la información pública” que firmó el presidente Milei, junto a su jefe de gabinete Guillermo Francos. El decreto 780/24 limita, con fines de sanción, la libertad de la ciudadanía para obtener datos de interés social, haciendo una arbitraria diferenciación entre lo que es público y lo que es privado. A partir de ahora, cualquier autoridad cuestionada podrá decir que se viola su privacidad, o que se está vulnerando la seguridad estatal o nacional, para con tl argumento iniciar acciones penales contra periodistas o ciudadanos.
La reacción social ha sido inmediata: sesenta y nueve organizaciones de la sociedad civil argentina firmaron un comunicado en el que declaran: “Un decreto no puede limitar el acceso a la información pública, en contradicción con la Ley de Acceso a la Información votada por el Congreso de la Nación en 2016”. Por ello piden dejar sin efecto el decreto de marras.
Lo curioso es que Milei, que gusta de llamarse “libertario”, es el presidente más autoritario desde que Argentina recuperó su democracia en 1983.