José Luis Granados Ceja
“Ante la coyuntura nacional debemos preguntarnos: ¿en qué hemos fallado para que a lo largo de este recorrido nacional […] escucha¿emos de todos ellos, una y otra vez que la justicia es distante, inhumana, que la justicia es una pesadilla?”
Podría ser creíble si pensáramos que esta cita proviene del presidente Andés Manuel López Obrador, de la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum o de cualquier activista de Morena, dado que el partido actualmente está impulsando una reforma única en el sistema judicial del país, mediante una enmienda constitucional.
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Por otra parte, Piña expresó su sorpresa de que en lugar de hablar de “separación de poderes” e “independencia judicial”, el pueblo mexicano estuviera mucho más interesado en hablar de sus derechos y las experiencias de las víctimas con el sistema de justicia.
Pero no es así. En realidad, la cita proviene de la presidenta de la Corte Suprema, Norma Piña, quien ahora encarna la oposición a la reforma judicial. Este comentario lo hizo durante su entrevista con el diario El País luego del Encuentro Nacional por una Agenda de Seguridad y Justicia, organizado por el propio poder judicial. Fue anunciado como un diálogo de amplio alcance para “personas interesadas en mejorar la seguridad y la justicia en México”.
¡Qué terrible ignorancia de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de México!
¿Cómo es posible que Piña nunca antes se haya dado cuenta de que la mayoría de las personas que alguna vez han interactuado con el sistema de justicia del país quedan con un sabor amargo en la boca?
La masiva victoria electoral de Sheinbaum el 2 de junio se debió en gran medida a que los votantes buscaron recompensar a Morena por el gobierno en curso; pero también se debe a que la población respondió consciente e intencionalmente al llamado de López Obrador a una mayoría calificada, precisamente para darle a su partido las herramientas legislativas para reformar el Poder Judicial. Morena realizó encuestas y encontró que más del 80 por ciento de la población apoya un cambio importante en dicho poder.
¿Por qué? Además de un legado de acusaciones generalizadas de corrupción y de no impartir justicia a las víctimas que han visto a sus abusadores salir impunes, el poder judicial ha dictado sentencias cuestionables que favorecen a actores corruptos y se ha puesto consistentemente del lado del viejo orden neoliberal.
Sorprendentemente, críticos como Mariana Velasco-Rivera, profesora asistente de la Facultad de Derecho y Criminología de Maynooth, afirman que Morena sembró esta actitud negativa hacia el Poder Judicial, y que el gobierno de AMLO fue “el único que promovió la idea de que éste está roto [y] no es digno de confianza”. Pero por supuesto Morena no necesitaba “sembrar” descontento.
Los críticos de las propuestas de reforma judicial de Morena no aprecian el cambio político a gran escala que persigue la “Cuarta Transformación”. Lejos de ser un ejemplo de un puesto “autoritarismo progresivo” de Morena, se trata de crear un sistema judicial que responda a las víctimas. También se trata de derrotar a los neoliberales que se refugian en el poder judicial, uno de los bastiones conservadores que quedan en el país. Sin reformas, el poder judicial continuaría saboteando a la “Cuarta Transformación” de México.
Afortunadamente, los votantes le dieron a la coalición Morena los votos necesarios para transformar el sistema de justicia. Después de las elecciones, Norma Piña se apartó de forma radical de su habitual condescendencia, y ahora parece estar arrepentida y dispuesta a hablar: un esfuerzo transparente por mantener su posición y poder. Ahora, como incluso ella admite, dada la mayoría de Morena en el Congreso, se producirá una reforma judicial.
Que la “pesadilla” pronto termine.