Beth Castillo*
(08/07/2024), París, Francia.- En la segunda vuelta de las legislativas el pasado 7 de julio no sucedió un milagro en Francia, ni tampoco un rechazo natural a la ultraderecha. El “cordón sanitario” se volvió a activar para frenar al fascismo como resultado de la estrategia y la organización de la izquierda francesa que articuló un Nuevo Frente Popular, pactó candidaturas unitarias a lo largo de todo el país, y redactó un programa común. Todo en cuestión de unos días.
Después de que la extrema derecha conquistara las elecciones europeas, y el presidente Emmanuel Macron disolviera la Asamblea Nacional, la primera vuelta de las legislativas del 30 de junio apuntaba a que Reagrupamiento Nacional, la extrema derecha de Marine Le Pen, obtendría la mayoría en la Asamblea.
Pese a que las campañas mediáticas divulgaron que el programa de la izquierda traería una crisis económica, sumado a la normalización de la derecha Lepenista, el Nuevo Frente Popular logró contra todo pronóstico sus dos objetivos: por un lado, posicionarse como la primera fuerza en la Asamblea Nacional; y por el otro, enviar al Reagrupamiento Nacional hasta el tercer lugar, muy lejos de la mayoría absoluta que sentían conquistada hace apenas unos días.
Foto: Beth Castillo
Con 67.1%, cifra que no se veía desde 1997, se rompió un récord de participación. La ciudadanía francesa volvió a apostar por la democracia pero, valdría preguntarnos ¿salieron a votar al programa del Nuevo Frente Popular?, ¿o más bien salieron a derrotar en las urnas a la Agrupación Nacional ultraderechista?
No puede pasar desapercibido que la extrema derecha en Francia pasó de tener ocho diputados en 2017, a 89 en 2022 y ahora podría tener hasta 145,. El crecimiento de la fuerza ultraderechista se mantiene constante, aunque este 7 de julio haya sido relegada al tercer lugar. Y muy probablemente la derecha seguirá creciendo si las políticas de gobierno continúan en la misma dirección.
Por lo pronto, el escenario es esperanzador y de alegría. París se convirtió en una fiesta, y Francia nos deja algunas lecciones que valdría la pena apuntar.
La primera, es que el centro no sirve para contener a las ultraderechas. Macron prometía en 2017 ser el mejor baluarte contra la extrema derecha, y produjo lo contrario.
La segunda, es que en la unidad está la fuerza. Tras la disolución por conflictos internos de la coalición izquierdista NUPES, que agrupaba en 2022 a La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), los ecologistas (EELV) y el Partido Comunista (PC), pudimos ver que los acuerdos que formaron al Nuevo Frente Popular este 2024 resultaron victoriosos para frenar a la extrema derecha.
La tercera es que tenemos que observar la capacidad que tiene la derecha para transformarse y modernizarse. La dulcificación de Marine Le Pen y el “fenómeno Jordan Bardella” lograron articular discursos que permitieron instalar la premisa de que la extrema derecha en Francia, no es tan extrema.
Ahora toca respirar un poco, porque España, Francia e Inglaterra le pusieron freno de emergencia a la extrema derecha. En Colombia, Brasil y Guatemala, los sacaron de forma democrática, y en México la izquierda celebró una victoria aplastante.
Las izquierdas de todo el mundo tendrán que seguir sin aflojar el paso, porque a la hora de tener que elegir entre izquierda y derecha, aunque se trate de extrema derecha, el capital siempre tiene claro a quién votar.
*Periodista mexicana.