26/06/2024 (Ciudad de México). El pasado miércoles 19 de junio, llegó al noreste del país la tormenta tropical Alberto, la primera del año en su tipo. Alberto registró vientos de hasta 90 kilómetros por hora y, a pesar de las afectaciones a su paso, fue breve, degradándose en apenas 48 horas. La ciudad de Monterrey, Nuevo León, y su zona metropolitana fue una de las regiones más afectadas. Particularmente, tras el paso de la tormenta se conocieron las afectaciones a raíz del aumento en el nivel del río Santa Catarina que trajeron las lluvias provocadas por Alberto.
De esta manera, varias zonas residenciales resultaron afectadas por las inundaciones y se interrumpió el transporte público durante varias horas. Igualmente, se reportó la destrucción de la recientemente construida infraestructura del parque Huasteca y la ciclovía, ubicada en el municipio conurbano de Santa Catarina. El costo de dicha infraestructura ascendería a unos 44 millones de pesos invertidos por el gobierno del estado de Nuevo León apenas este año.
Lamentablemente, como parte de las afectaciones, se registró el fallecimiento de tres personas, dos de ellas menores de edad, aparentemente arrastradas por la corriente del río Santa Catarina. A raíz de los daños de la tormenta, cuyo costo aún es incalculable, el gobierno del estado y los municipios metropolitanos conformarán un Comité de Reconstrucción, el cual solicitará fondos federales para las labores de rehabilitación del espacio urbano.
Una de las cosas que más ha llamado la atención ha sido el cambio en el río Santa Catarina luego del paso de Alberto, pues unos días antes de la tormenta lucía seco y con vegetación en donde ahora está cubierto por el caudal de agua. Hablamos al respecto con Cuauhtémoc Osorno Córdoba, estudiante de la maestría en Gestión Integral del Agua del Colegio de la Frontera Norte, cede Monterrey, y activista en varios colectivos vinculados con la defensa del agua y el combate a la deforestación.
Cuauhtémoc apuntó que existe una narrativa errónea sobre el río y cómo las lluvias afectan el caudal. Según él, “el río no se desborda, [sino que] está invadido”, a pesar de que toda la narrativa mediática y gubernamental reitera dicho desbordamiento. Con ello, se refiere a que zonas que naturalmente están marcadas por el cauce del cuerpo de agua han sido ocupadas por complejos inmobiliarios e industriales. Es por ello por lo que, a pesar de haberse llenado sólo en un 70%, el caudal afectó las zonas aledañas, ya que se encuentran “al nivel del río”.
Aunado a ello, también hay una idea errónea sobre cómo ocurre la sequía del río. Según lo que afirma el especialista, Santa Catarina es un río intermitente, por lo que naturalmente suele perder o reducir su caudal durante, al menos, una época del año: “no todos los ríos son como nos imaginamos, que siempre llevan agua 24 horas por día, esto no es así”, afirma Osorno.
Sin embargo, Cuauhtémoc cuestiona que a lo largo de los años se haya querido imponer “un discurso político […] para decir que el río está muerto”. En ese sentido, aunque el río esté aparentemente seco, guarda una importante relación con el ecosistema por donde pasa el cauce: “mantiene vida, aún mantiene vegetación y aún mantiene flujos hidrológicos subterráneos, porque el agua superficial y el agua subterránea constantemente están en comunicación”, explica
No sólo ello, también se ha buscado imponer una narrativa que describe al río como un canal construido de manera artificial, ya que su paso por Monterrey fue modificado artificialmente con la finalidad de “tener más control de las inundaciones” a partir de los años cincuenta. De esta manera, desde hace décadas se busca encausar el flujo del río a través de obras de canalización y rectificación, quitándole su estructura hidrológica y morfológica: “a nivel técnico, se le recortó lo que se llaman los meandros, que son estas curvitas que podemos ver en muchos ríos, porque ningún río es naturalmente recto”, explica el activista.
Sin embargo, el río Santa Catarina esta vivo y su flujo no puede ser 100% alterado, por lo que el efecto del desarrollo urbano en la zona metropolitana de Monterrey ha terminado por ser contraproducente, vulnerando a la sociedad ante posibles inundaciones, como quedó demostrado con el paso de Alberto.
Igualmente, la vegetación se convierte en un método natural para limitar el cause del río. Sin embargo, con la deforestación derivada del desarrollo urbano se pierde esta posibilidad: “donde hay vegetación a la orilla del río, no se cayó, ni se desbordó, ni se deslavó el río. En cambio, en las partes donde le metieron cemento y donde hay infraestructura, ahí hubo daño de deslaves, se cayeron los taludes de concreto. Entonces, ahí estamos demostrando que […] el río tiene su protección natural”, explica Cuauhtémoc.
Por otro lado, es necesario aclarar que, aunque el río es intermitente, ello no quiere decir que no se haya explotado el agua de la región, contribuyendo así también a su sequía: “hubo una estrategia de desecación [del río], específicamente al extraer gran cantidad de agua en la zona huasteca, que es donde se da la recarga para la zona metropolitana, que es de donde nace prácticamente el río Santa Catarina”, explica. Esta estrategia se basó en la construcción de pozos para extraer el agua de los mantos acuíferos para los complejos habitacionales o industriales. “Podríamos decir que no hay sequía, hay saqueo”, concluye el activista.
Según lo que nos contó Cuauhtémoc, en México aún tenemos una visión anacrónica sobre la naturaleza y los cauces de agua, que nos hace verlos como “enemigos” o como “un estorbo”. Sin embargo, deberíamos contemplarlos, más bien, como fenómenos que nos traen agua. Para contrastar, habló sobre el modelo empleado en China que se denomina “ciudades esponja”, en el que se prevé el aprovechamiento del agua que traen fenómenos como los ciclones o las tormentas tropicales:
“En China tienen otro paradigma muy ecológico, es decir, ‘no vamos a deforestar’, al contrario, están reforestando. Ellos fueron quienes patentaron este concepto de ciudades esponja para aprovechar el agua de los huracanes y tormentas. En México todavía no [lo vemos así] y los huracanes y tormentas son enemigos, mientras que China dice que son nuestros amigos, nos traen agua”, señala.
Sin embargo, afirma el especialista, la perpetuidad de un paradigma que deseca el río no es por falta de conocimientos técnicos, sino debido a los intereses empresariales que se encuentran detrás de los proyectos urbanos e industriales, particularmente el rubro de la construcción: “Ellos son los que más se benefician con la política del agua en México”, enuncia.
Cuauhtémoc es miembro del movimiento “Un Río en el Río”, que busca mitigar la deforestación del río desde julio del año pasado, cuando las autoridades planeaban deforestar 27 kilómetros para introducir nuevos proyectos de infraestructura. Recuerda que, para ello, no hubo consulta pública ni se brindó información al respecto, tal como marca la ley, pero lograron anteponer un amparo para impedir el proyecto, impidiendo así a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) deforestarlo.