25/06/2024 (Ciudad de México). Un tribunal de Londres dejó en libertad bajo fianza a Julian Assange, el periodista australiano fundador de Wikileaks, tras arribar sus abogados a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos de declararse culpable de uno de los cargos de espionaje de los que le acusaban, a cambio de una sentencia conmutable por el tiempo que estuvo preso en Inglaterra.
Assange inmediatamente abordó un avión que, con escala en Tailandia, lo lleva a Saipán, en las Islas Marianas del Norte, que desde la Segunda Guerra Mundial son formalmente territorio estadounidense, donde comparecerá ante un tribunal que debe judicializar el trato, siendo posteriormente retirada la solicitud de extradición en su contra. Después viajará a Australia, a reunirse con su familia.
Podrá hacerlo tras una batalla judicial que comenzó poco después de comenzar a ser publicados cables diplomáticos y archivos militares a través de WikiLeaks en el año 2010, que el gobierno de Estados Unidos siempre consideró información con carácter secreto y confidencial, en tanto que un número creciente de periodistas, defensores de derechos civiles y la ciudadanía que se enteró de su contenido por WikiLeaks, siempre las ponderó como documentos que revelaban corrupción gubernamental y abusos contra los derechos humanos, siendo por ello mismo información de interés público que no puede estar bajo reserva.
Así planteadas las cosas el vía crucis que padeció Assange en los últimos catorce años se originó en este choque entre la defensa del democrático derecho a la libertad de información, contra la todopoderosa seguridad nacional de la principal potencia del planeta. La persecución judicial que comenzó con un caso penal armado en Suecia ese mismo año 2010 -un caso que terminó cerrándose el 2017- que llevó a Assange a dejar ese país para dirigirse a Londres, donde el periodista decidió asilarse a mediados de 2012 en la embajada de Ecuador, cuando gobernaba ese país el presidente de izquierda, Rafael Correa.
En la legación diplomática ecuatoriana estuvo hasta 2019, cuando otro presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, lo entregó a la policía británica, ya que en la justicia de ese país ya había sido presentada una solicitud de extradición a Estados Unidos, donde la administración de Donald Trump declaró el “Caso Assange” como una prioridad del Estado. Assange fue encerrado en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en el sur de Londres, donde pasó 1.900 días, en duras condiciones de reclusión.
Es cierto que Assange estaba logrando triunfos judiciales parciales, para postergar su extradición a Estados Unidos donde la Fiscalía le acusó de 17 delitos basados en la “Ley de Espionaje”, solicitando una condena de 170 años de cárcel. Los cambios en la política electoral estadounidense, que planteaban al gobierno de Biden la necesidad de mandar una señal hacia los sectores progresistas para no perderlos de cara al enfrentamiento de noviembre con los republicanos ultraconservadores, fueron flexibilizando las condiciones de la negociación con los abogados de Assange,
El australiano tuvo que tomar una difícil decisión: aceptar declararse culpable de uno de los delitos a cambio de una rebaja sustancial de la condena que se daría por cumplida, o persistir en su larga lucha en defensa de su inocencia absoluta y del principio de la libertad de prensa.
Tomó el primer camino que le llevará a recuperar su libertad y tranquilidad, aunque pondrá en entredicho la libertad de prensa para otras y otros, proporcionando el argumento a los gobiernos de que ese derecho puede ser limitado en nombre de la seguridad. Desde el punto de vista del sacrificio humano que realizó durante tanto tiempo y por todo lo que perdió, incluyendo la posibilidad de ver a sus hijos sin rejas de por medio, nadie podría cuestionar su decisión. Sin embargo, ahora se abre el debate sobre las implicaciones que tendrá.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP), que representa a 600.000 profesionales de los medios de comunicación en 187 sindicatos y asociaciones de 140 países, desde su sede en Bruselas emitió un comunicado en el que afirma que su liberación “se trata de una victoria significativa para los medios de comunicación”.
Julian Assange logrará por fin su libertad plena, el gobierno de Estados Unidos dirá que fue juzgado y condenado.