29/01/2025 (Ciudad de México). El cibercapitalismo es la base tecnológica del denominado “capitalismo de plataformas”, que luego de la gran recesión del 2008, y especialmente impulsada tras la pandemia, ha reorganizado el mundo del trabajo, permitiendo a las empresas gestionar en forma virtual la mano de obra, reduciendo de esa forma los costos laborales, y organizar a distancia las redes de consumo.
En este contexto fueron surgiendo, lo mismo en Estados Unidos que en Europa y en Asia, las Startups, que son ágiles empresas dedicadas a la innovación y desarrollo tecnológico, que comenzaron a crecer rápidamente presentándose como las proveedoras de equipamientos tecnológicos y servicios digitales que acelerarían los negocios capitalistas. Pero los precios de sus productos eran muy elevados, justificando la gente de “Silicon Valley” (Valle del Silicio), la ciudad tecnológica ubicada en California donde están asentadas estas empresas, que era así porque también eran muy altos los costos de los desarrollos tecnológicos, especialmente relacionados con Inteligencia Artificial.
Así, sobre la base de enormes tasas de ganancia que les permitieron obtener crecimientos desmesurados de sus acciones, en base a rendimientos futuros y no tanto a valores presentes, se consolidaron y crecieron las denominadas “Siete Magnificas”, que son las empresas líderes tecnológicas globales: Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Alphabet, Meta y Tesla. Las 7 protagonizaron la mayor burbuja tecnológico-financiera que se desencadenó luego de la pandemia, generando tal capitalización de su valor en Bolsas, que han superado el valor del Producto Interno Bruto (PIB) de poderosos países como Alemania, Gran Bretaña, Japón, India y Francia. Su buque insignia fue la Inteligencia Artificial, presentada como el mayor negocio de la década puesto que, aplicada a la producción y los servicios, permitiría incrementar los procesos de acumulación capitalista. La publicidad de las 7 magnificas afirmaba que se justificaba que los gobiernos y las empresas compren tecnología, porque así impulsarían sus propios rendimientos.
Con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, las 7 Magnificas obtuvieron además poder político, convirtiéndose Elon Musk de Tesla, Jeff Bezos de Amazon, Mark Suckerberg de Meta, Sundar Pichai de Google-Alphabet, Sam Altman de Open AI (que no cotiza en Bolsa) en los nuevos oligarcas tecnológicos. Por su parte, Trump edificó su “nueva era dorada de Estados Unidos” en base al petróleo y la tecnología de punta.
Gran parte de este sobrevalorado edificio bursátil se ha derrumbado en cuestión de horas, con la irrupción en el mercado del modelo razonador DeepSeek R-1, que es un modelo chino más eficiente, que responde más rápido y que es de código abierto con licencia de uso comercial. Lo absolutamente notable es que en China se ha conseguido semejante avance con costos de producción mucho más baratos (la empresa desarrolladora apenas habría invertido 10 millones de dólares) y proporcionando acceso gratuito a los usuarios, comparado con los precios elevados de los modelos de aquéllas grandes tecnológicas, que hasta ayer dominaban el mercado. Esto significa una democratización de la tecnología, que pasa a ser accesible para el gran público, por la caída en vertical de los precios.
Al convertirse DeepSeek en la aplicación más descargada a nivel mundial (incluyendo Estados Unidos) para teléfonos móviles y para ordenadores, ha causado también la mayor caída de valores bursátiles de la historia, al afectar sobre todo a la compañía Nvidia, de origen taiwanés, que perdió la friolera de 600.000 millones de dólares en cuestión de horas. Nvidia produce los chips de última generación de alto costo, que ahora se ha demostrado que no son imprescindibles para el desarrollo de modelos de IA.
El debate sobre DeepSeek trasciende la tecnología de inteligencia artificial, planteando cuál es la economía mundial más exitosa: la de Estados Unidos, que se basa en las empresas capitalistas privadas sin apenas presencia estatal, o la de China, cuyo patrón de acumulación de capital se basa en la planificación estatal, la fuerte presencia de empresas del Estado en sectores estratégicos combinada con el desarrollo de empresas privadas.