16/01/2025 (Ciudad de México). El gobierno de Cuba reaccionó ante la medida tomada por el presidente Joe Biden, de excluir a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, calificándola -a través de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores- como “una decisión en la dirección correcta, aunque tardía y con alcance limitado (…) ya que permanecen vigentes el bloqueo económico y buena parte de las decenas de medidas coercitivas que se pusieron en vigor desde 2017 para reforzarlo”. 

La lista de marras comenzó a utilizarse por Washington en diciembre de 1979, cuando el Departamento de Estado la elaboró poniendo a varios países árabes en ella (Irán, Irak, Siria, Yemen), por instrucciones del presidente Jimmy Carter, del partido demócrata. El listado estuvo motivado en la toma como rehenes de 66 funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán (Irán) por universitarios iraníes. Cuba todavía no aparecía en tal lista.

En 1982, durante el gobierno de Ronald Reagan, del partido republicano, la isla recién fue incluida, bajo el argumento de que apoyaba a movimientos insurgentes en América Latina y en África. Desde entonces, pasaron décadas de hostigamiento estadounidense a Cuba, hasta que, en 2015, el demócrata Barack Obama, buscando la normalización de relaciones con el gobierno revolucionario dirigido por Raúl Castro, retiró a Cuba de la lista. El deshielo duró pocos años, siendo el republicano Donald Trump que volvió a incluirla el 2021.

Puede asumirse que la decisión de Biden se la tomó para dejar en evidencia que los demócratas buscaron mantener la hegemonía estadounidense, pero combinando el consenso con la coerción, en tanto que Trump y sus halcones -particularmente el que será Secretario de Estado, Marco Rubio, y el que puede ser Secretario de Defensa y nuevo jefe del Pentágono, Pete Hegseth- pretender lograr esa hegemonía con base en el uso de la fuerza. 

Por ello, muy probablemente la exclusión demócrata será rápidamente revocada por Donald Trump, lo que no modificará el hecho de que ya se generó una fisura en la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba.  

Es pertinente preguntarse si, en la decisión de Biden, tuvo algo que ver la acción siempre eficaz de la diplomacia cubana. Es muy sintomático que, luego de que el gobierno de Joe Biden excluyó a Cuba de su unilateral lista, el gobierno de la isla inició las excarcelaciones de 553 presos, que fueron detenidos y condenados por el sistema penal cubano tras haber organizado las manifestaciones antiestatales de julio de 2021. 

Aunque el régimen comunista niega cualquier relación entre uno y otro hecho, varios medios internacionales de comunicación -entre ellos el medio de izquierda “El Universal” de Venezuela- difunden que hubo gestiones de mediación del Vaticano con la Casa Blanca, en base a una carta enviada a principios de enero por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel al Papa Francisco.

Pero está visto que no será suficiente esta buena voluntad de la más alta esfera de la iglesia católica y la postura asumida por Biden, para frenar a los supremacistas que se aprestan a tomar el mando de la potencia mundial el próximo 20 de enero. Ayer, el mencionado Marco Rubio, compareció en el Senado de su país donde afirmó que no tiene dudas de que Cuba es un país patrocinador del terrorismo, expresando también su deseo de que su gobierno termine de derrumbarse. Afirmó Rubio que la decisión del presidente Joe Biden“no será vinculante a la administración de Donald Trump”.

En tanto, el magnate neoyorquino aún no se refirió al tema y prefirió anunciar, mediante sus redes sociales, la creación del “Servicio de Ingresos Exteriores” que se encargará de gestionar las nuevas recaudaciones arancelarias que se obtendrán a partir del 20 de enero.