26/10/2024 (Ciudad de México). Tras 12 días de bloqueos de las principales carreteras por numerosos contingentes de campesinos y sectores populares que se organizaron en un “Estado Mayor del Pueblo”, bajo el liderazgo de Evo Morales, se observa ya un desgaste en la protesta y en el respaldo de los pobladores urbanos a sus demandas sociales, originadas por el deterioro de la economía nacional. 

En la ciudad de Cochabamba, al centro del país, la más afectada por los cortes de rutas pues ya se siente en los mercados la falta de varios alimentos, organizaciones empresariales y cívicas, promovidas por el alcalde derechista Manfred Reyes Villa(posible candidato para las próximas elecciones) piden el inmediato desbloqueo. 

El presidente Luis Arce, que está en viaje oficial fuera de Bolivia, ha cerrado toda posibilidad de diálogo y ordenó un enorme despliegue de fuerza de la Policía, que comenzó operaciones represivas contra los campesinos en varios puntos del país, con riesgo de causar bajas civiles.

Hoy fueron reportados numerosos enfrentamientos en la región de los valles de Cochabamba, ubicada en un lugar neurálgico de vertebración caminera, entre el occidente montañoso y el oriente amazónico del país. Este es precisamente el sitio en que, sea bajo el control campesino o por la violenta retoma por las fuerzas estatales, se definirá este conflicto.

Pero los planes de ganar por la fuerza que tenía el gobierno se vieron alterados por la enorme capacidad de resistencia de los trabajadores agrarios. En el bloqueo de Pirque-Parotani (a dos horas yendo en vehículo de la ciudad de Cochabamba), un contingente de 2.000 policías no pudo, pese a utilizar gran cantidad de gases lacrimógenos y disparar balines de goma contra los 10.000 manifestantes, levantar el corte de ruta. Semejante derrota sólo le deja al gobierno dos opciones: 1) Cede ante la protesta y hace concesiones, o 2) Moviliza al ejército, lo que no podría hacer a sola instrucción verbal del ministro de defensa, sino emitiendo un decreto firmado por el presidente y todo el gabinete de ministros.  

Estamos ante la posibilidad de que un gobierno que inició como popular, termine sus últimos meses de gestión (las elecciones serán el 17 de agosto del próximo año) con el estigma de haber mandado a reprimir a campesinos.

Recordemos que estamos hablando de un gobierno surgido como resultado del triunfo electoral del Movimiento al Socialismo (MAS) en octubre del 2020, cuando votaron por Arce las bases campesinas que ahora le enfrentan. Fue un alejamiento mutuo, ya que Luis Arce imprimió a su gobierno una orientación moderada, dirigida hacia el centro político de la sociedad, por lo que no realizó ninguna medida de transformación social o económica digna de mencionarse; al mismo tiempo, la base campesina e indígena del proceso de cambio, le fue exigiendo cada vez de formas más altisonantes que tomara decisiones para resolver el deterioro de la economía, que redujo -por la inflación de los productos y la devaluación fácticade la moneda- los ingresos populares.

Es en este contexto que se fue agudizando la disputa de liderazgo entre el propio Luis Arce y el ex presidente Evo Morales. Mucho mejor político que Arce, Evo le fue arrebatando al gobierno el respaldo campesino y urbano popular, al punto que cualquier posibilidad de que Arce postule a la reelección se ha convertido en una quimera. Pero Arce respondió utilizando todo el aparato comunicacional del gobierno, así como el peso en el poder judicial de la Procuraduría del Estado (controlada por el gobierno) y del ministerio de Justicia, para activar o reactivar varios casos penales contra Morales. Es incierto el destino de esos enjuiciamientos, pero lo que está claro es que han dañado la imagen pública del líder indígena.   

En este largo bloqueo de carreteras, pierde Arce, que dilapidó todo su respaldo social y está quedando marcado como un gobernante autoritario, pero pierde también Evo Morales, que no logró pleno respaldo urbano a la lucha reivindicativa que emprendió.