21/10/2024 (Ciudad de México). En la ciudad de Cali se inició la “Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad” (COP-16), que es un evento mundial de gobiernos y representantes de la sociedad civil -a través de organizaciones no gubernamentales ambientalistas. En estos eventos se discuten y aprueban los lineamientos globales para la preservación de la fauna y flora planetarias. El lugar de la COP-16 fue muy bien escogido por el gobierno colombiano, ya que la capital del Valle de Cauca, es considerada un lugar icónico de la diversidad biológica, pues está rodeada de 7 ríos que pasan por la ciudad y 3 ríos cuyos cauces están en las áreas rurales, tiene 12 parques ecológicos y nada menos que 61 humedales, y por ello es hogar de casi 600 especies de aves. 

A su vez, Colombia es considerado el segundo país más biodiverso del mundo, ya que en sus tierras vive el 20% de las aves y el 20% de las especies de plantas del planeta. 

En la inauguración del evento, ante las delegaciones de 196 países, el presidente Gustavo Petro, abanderado del ecologismo de izquierda, afirmó: “Ha comenzado la extinción de la biodiversidad y la vida en el Planeta Tierra. Hay que controlar a las economías que más dióxido de carbono emiten a la atmósfera, que son los países con economías fósiles petroleras, carboneras y gasíferas”. 

Petro enfatizó en la necesidad de dejar definitivamente atrás al neoliberalismo, planteando un modelo de economía que se reconcilie con el mundo natural, que no lo deprede ni lo destruya como hace el capitalismo. “Ese es el cambio integral de paradigma que se impone para mantener la vida y la humanidad en el planeta”, resaltó.

Los países que más han aplicado esa economía extractivista e industrialista, llevándola hasta sus máximas y más peligrosas expresiones, son Estados Unidos, las naciones dominantes de la Unión Europea y China. También esas potencias -junto con Rusia e India- son los mayores responsables del calentamiento global. 

Gustavo Petro propuso aplicar un Plan Marshall Climático, para descarbonizar a las potencias y salvar a todas las formas de vida. Los pilares de este Plan serían: 1) la transformación del sistema de las finanzas internacionales, y 2) el establecimiento de un impuesto global a los países y empresas más ricas y depredadoras, que son justamente las que están ligadas a las industrias de energéticos fósiles (petróleo, gas y carbón).

La primera propuesta, la financiera, surge a partir de la siguiente pregunta que Petro planteó a la COP-16: “¿Por qué las potencias contaminantes que son también las que mandan financieramente en el mundo, cobran sobretasas a la tasa de interés sobre los créditos que se otorga a los países que aún hoy absorbemos como esponjas el CO2 de la atmósfera a través de nuestras selvas y bosques, a través de nuestra biodiversidad?”. 

La segunda propuesta, la impositiva, el mandatario de Colombia la planteó de la siguiente forma: “Es a los más ricos depredadores a quienes hay que cobrar los impuestos para así eliminar el carbono de la producción y el consumo. Con los impuestos sobre la mega riqueza depredadora, con el cambio de la deuda por acción climática, pasamos a nuevos modos de producción, a un relacionamiento diferente entre los seres humanos frente a la producción y la riqueza; a una manera diferente de concebir y experimentar la riqueza; que se basa ya no en las energías fósiles de la muerte, sino en las limpias que necesitan más del sentir que del tener. Más de la acumulación de la cultura que de la acumulación de las cosas”.

Seguramente no será tan sencillo cambiar de modo de producción sólo modificando las finanzas y los impuestos, pero las propuestas de Petro tienen la virtud de que hacen un llamamiento a la defensa de la vida, la humana y la de todas las demás especies, en un momento en que los poderes mundiales están actuando para que la acción climática no tome envergadura de acción política mundial. 

Prueba de ese looby regresivo es que la propia ONU ha desligado esta Cumbre por la Biodiversidad, o COP-16, de la otra Cumbre del Cambio Climático, o COP-29, que se realizará en noviembre en Bakú (Azerbaiyán). Esta separación no tiene ningún sentido, pues hay una relación directa entre la crisis climática y la destrucción de la naturaleza. Cuanto más calor haga en el planeta, más incendios se producirán, morirán más árboles y menos capacidad de absorción de dióxido de carbono tendrá el planeta. Es lo que está sucediendo en Sudamérica con la Amazonía, por los incendios que devastaron una enorme superficie de selvas y mataron a millones de animales.