11/10/2024 (Ciudad de México). En Líbano, continúa la invasión por el ejército de Israel, que bombardeó el centro de la capital Beirut, impactando con potentes misiles varios lugares, entre los cuales está una escuela que funcionaba como refugio de cientos de familias palestinas que huyeron de la Franja de Gaza. Todavía no se sabe el número de víctimas, pero entre los escombros de la unidad educativa, se han encontrado ya veintisiete cadáveres, mientras los hospitales cercanos al lugar reportan al menos medio centenar de personas heridas, que fueron trasladadas hasta sus instalaciones donde reciben atención médica.
Como siempre que ocurre este tipo de asesinatos masivos, los voceros militares israelíes arguyeron que estaban atacando a grupos de insurgentes armados, pero vecinos de la escuela atestiguaron que en ella estaban reunidos trabajadores humanitarios y refugiados palestinos.
Por otra parte, al sur de Líbano, en la ciudad de Naqoura, varios disparos desde tanques israelíes alcanzaron un cuartel de cascos azules europeos y asiáticos de la “Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano”, desplegada desde hace varios años en la línea fronteriza entre los dos países, hiriendo a varios uniformados, procedentes dos de Italia y tres de Sri Lanka.
El alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, calificó como “acto inadmisible” esta nueva agresión. La ONU ha llevado la denuncia al Consejo de Seguridad, donde el subsecretario general para Operaciones de Paz, Jean Pierre Lacroix, describió las hostilidades en el sur de Líbano como “cada vez más alarmantes y que están poniendo en grave peligro a las fuerzas de mantenimiento de la paz”.
El gobierno sionista de Israel pretende expandir la guerra a todo el Medio Oriente, convencido que su país saldrá victorioso si las potencias occidentales intervienenen su apoyo. El premier Benjamín Netanyahu considera que hay “una oportunidad histórica que no se la debe dejar pasar para reconfigurar todo el escenario de correlación de fuerzas y de alianzas en la región” (declaraciones a la TV israelí).
Se puede interpretar esta expresión a partir del despliegue de fuerzas militares que hace Tel Aviv que busca, en forma desenfrenada -porque la comunidad internacional no hizo nada frente al genocidio en Gaza y no está haciendo nada para frenar la invasión de Líbano- ampliar su control territorial, expandiéndose hacia el sur, a tierras palestinas, y hacia el norte, a tierras libanesas e incluso sirias.
Pero la estrategia de guerra total israelí no acaba ahí. Quiere también derrotar a las fuerzas militares árabes hostiles que se fueron creando en las últimas décadas: Hamás en Palestina, Hezbolá en Líbano, los Hutíes en Yemen, las milicias chiitas en Irak, fuerzas militares regulares en Siria. Y quiere golpear estratégicamente a su gran enemigo: la República Islámica de Irán.
Sabe Netanyahu que su estrategia de guerra total puede terminar arrastrando a las potencias mundiales a confrontarse en el Medio Oriente. Dudan los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, que tienen todavía abierto y muy desfavorable el escenario bélico en Ucrania, así como una elección presidencial en etapa de definición hacia la Casa Blanca. Duda Rusia, que así tenga un acercamiento de larga data con Irán y juntos combatieran en Siria en defensa del presidente Basharal-Ásad, tiene su propio esfuerzo de guerra en tierras ucranianas. Duda China, que no quiere involucrarse en conflictos regionales que le distraigan de su objetivo de absorber, por vía económica o por vía militar, a Taiwán.
Pero el curso de los acontecimientos, particularmente la certeza del inminente ataque aéreo israelí contra instalaciones estratégicas (nucleares y petroleras) de Irán, puede hacer que las dudas salten por los aires, con lo que entraríamos a un enfrentamiento global.