25/09/2024 (Ciudad de México). En su primera aparición en una Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Argentina, Javier Milei, leyó un discurso con el que pretendió posicionarse, en tono disruptivo y hasta provocativo, contra la institucionalidad mundial y en contra de una agenda internacional, a la que calificó de “ideológica e impuesta a los países por la burocracia internacional”.
Utilizó el término “woke” para referirse a esta agenda, intentando adjetivarla de la misma forma como la ultraderecha en los Estados Unidos trata de hacer con los sectores liberales y progresistas, y en general con quienes plantean la justicia social, la equidad y la no discriminación.
Sin embargo, utilizando frases más adecuadas para un discurso de campaña (“el colectivismo y el postureo moral de la agenda woke”) que para un evento internacional en que se reúnen los gobiernos del mundo, Milei quedó expuesto como un hombre de ideas retrógradas.
Como todos los neofascistas, Milei basó parte de su discurso en el negacionismo climático que, con el mayor agravamiento del desastre ambiental, choca cada vez más contra la dura realidad.
Milei, con rudimentarios fundamentos, atacó a la “Agenda 2030”, que es un consenso internacional largamente trabajado en el que se plantean objetivos mundiales de desarrollo económico, social y ambiental. Su ataque lo efectuó sin más argumento que calificar dicha Agenda como el resultado de los “lobbies de burócratas internacionales” que, según su criterio, dominan a la ONU. De esta forma –así como en Argentina, hablaba de la “casta política” para no hablar de la burguesía de su país- a nivel mundial pretende posicionar el malestar con los “burócratas globales”, para así no hablar de los países más poderosos, y de los sectores sociales que concentran la riqueza mundial.
Quedó así confirmada una idea que circula en los eventos internacionales de carácter oficial a los que Milei asiste: que el mandatario argentino es parte de otro lobby, el de la élite empresarial más rica del mundo.
A su turno, correspondió a los presidentes de Colombia, Gustavo Petro y de Brasil, Lula da Silva, defender las posturas de una corriente ideológica que, desde el progresismo de la década pasada, pretende ir ahora más allá, hacia un humanismo socialista.
En las Naciones Unidas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, cuestionó el falso discurso de “libertad” del presidente argentino Javier Milei, indicando que lo que en realidad está defendiendo “sólo es la libertad del 1% más rico de la población del mundo”.
Petro afirmó que el negacionismo ambiental de los neofascistas y, en general, la ultraderecha internacional, pretende que la humanidad se resigne ante el hecho de que “se han quemado 11 millones de hectáreas de selva amazónica, sólo en un mes, por el calentamiento global”. Petro volvió a defender la necesidad de un ecologismo social, sustentado en las necesidades de los pueblos y que tiene el objetivo de defender la vida en el planeta Tierra.
A su vez, el presidente de Brasil, Lula da Silva, afirmó que los experimentos ultraliberales, que se aplican con métodos represivos, como el de Javier Milei en Argentina, son un peligro para América Latina.
Lula aprovechó también para realizar una fuerte crítica al incremento del gastomilitar “a costa del hambre y la crisis climática”.