11/09/2024 (Ciudad de México). En Estados Unidos, en la ciudad de Filadelfia, Donald Trump y Kamala Harris debatieron por primera y tal vez única vez. El encuentro fue duro y lleno de alusiones personales por parte del republicano, pero la candidata demócrata mantuvo la calma y logró proyectar una imagen de renovación generacional, traducido en su frase repetida varias veces: “es hora de pasar de página”. Se notó que fue mucho mejor preparada a la cita, y que Trump, muy confiado en sus dotes histriónicas, cometió el error de subestimarla o, peor, de creer que estaba confrontándose con Joe Biden.
Los dos candidatos tuvieron posiciones contrapuestas en los principales temas de campaña: el manejo de la economía, el control de la inmigración, la seguridad ciudadana, el derecho al aborto y los ataques a la democracia.
Harris cometió un fallo cuando, a la pregunta de uno de los periodistas que dirigía el debate sobre “¿Cómo está la economía?”, no respondió claramente y dedicó su tiempo a cuestionar el programa económico de su contrincante. Las encuestas muestran que este es un tema de la mayor importancia para el electorado, por lo que eludirlo no parece ser la mejor opción.
En los temas de la inmigración y la seguridad, Trump volvió a manejar lo que es un eje de su campaña: incentivar la fobia y el miedo a los que llegan de otros países, tildándolos no sólo de ilegales sino de delincuentes y criminales. Su sobresaliente capacidad para inventar mentiras (“en los países de los que nos mandan esa gente, el número de delitos han bajado”, o “en Springfield se están comiendo a nuestros perros y gatos”) le dio buenos resultados en las elecciones del 2016, cuando derrotó a Hillary Clinton. Pero Kamala no es Clinton.
Harris demostró, por la larga experiencia de Fiscal que tuvo en California, solvencia para hablar en forma creíble de la seguridad, de la criminalidad, del tráfico y el consumo de fentanilo y otras drogas. Sin embargo, en los temas de migración optó por no diferenciarse mucho más de lo necesario de la línea del republicano, dejando que sean los periodistas que le hagan a Trump la pregunta: “¿Cómo piensa hacer para deportar a los 11 millones de indocumentados?”. La candidata demócrata salió del paso mencionando que una ley de control de fronteras que propuso y que tenía consenso entre legisladores republicanos y demócratas, fue bloqueada en su aprobación por orden de Trump.
Sobre el tema del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, Harris se explayó presentándose como la candidata que retornará a la línea garantista de la sentencia “Roe contra Wade” de 1973, que estableció el derecho de una mujer embarazada de elegir abortar, y que fue revocada por la mayoría ultraconservadora de la Corte Suprema de Justicia en junio de 2022. Trump optó por eludir el tema, para así no alejar el voto femenino, que también está en cerrada disputa en la recta final de la contienda presidencial.
Sin embargo, Kamala Harris dejó en claro que ha cambiado en su oposición al fracking -una técnica destructiva de la naturaleza, que consiste en inyectar líquidos con gran presión para fracturar las capas subterráneas y así extraer gas y petróleo- y que ahora asume un conservador apoyo a las petroleras.
El tema de Gaza fue también debatido, quedando claro que ambos coinciden en apoyar militarmente al régimen sionista de Israel, aunque Harris hizo el esfuerzo de hablar en favor de las mujeres y los niños palestinos asesinados, tratando de hacer pasar por enormes e inaceptables daños colaterales del “derecho de defensa de Israel”, lo que en rigor es un genocidio.
Encuestas realizadas tras el debate, indican que la candidata del Partido Demócrata superó a Trump. Pero aún resta conocer el impacto de este cruce en una ajustada elección, sabiendo que la de Estados Unidos es una democracia indirecta, que se define por el número de delegados conseguidos en el Colegio Electoral y no por el número de votos en las urnas.