26/08/2024 (Ciudad de México). En Sudamérica, donde queda una de las mayores reservas selváticas del mundo, la Amazonía, se está viendo el devastador impacto del calentamiento global antropogénico (causado por las industrias a base de energía fósil), sumado a prolongadas sequías originadas por el fenómeno climático de El Niño en el Océano Pacífico.

Enormes incendios se activaron en las últimas semanas en extensas áreas forestales fronterizas entre Brasil y Bolivia, tanto en la parte tropical que queda en la franja territorial del norte, como en la zona menos boscosa conocida como el Pantanal, hacia el sur. Ambos contienen tres (selva, bosque y sabana) de los biomas terrestres fundamentales para la vida en el planeta.

Los gobiernos brasileño y boliviano realizan esfuerzos de coordinación para sofocar las quemas, enfrentándolas con operaciones terrestres para las que han movilizado tropas militares en apoyo a los pobladores, a la policía y a los bomberos, como por vía aérea, utilizando helicópteros y aviones de gran capacidad de descarga de espumógenos sobre las llamas.

La magnitud de la destrucción de la naturaleza y los impactos sobre la calidad del aire que se respira en varias enormes ciudades como San Pablo y otras es tan grande, que obligó a efectuar en la ciudad de Corumbá (en la frontera con Bolivia), una reunión entre autoridades de ambos países, en la que por Bolivia estuvo el viceministro (equivalente a subsecretario) de Defensa Civil. Esto le valió críticas internas al presidente Luis Arce, pues la gravedad de la situación exigía que al menos se haga presente el ministro de Defensa Nacional, que es el directamente encargado de las labores de movilización militar para afrontar la situación.

Por su parte, la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático del Brasil, Marina Silva, declaró que “el país está en guerra contra el fuego”. Basándose en el monitoreo de situación ambiental que realiza el “Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Desarrollo” (Ibama), donde presentaron el cuadro de situación al presidente Lula da Silva, la ministra informó al terminar la reunión que: “al mismo tiempo que los grandes incendios están produciendo más gases de efecto invernadero que terminarán exacerbando los cambios en el clima, a su vez son originados por los extremos climáticos como sequías prolongadas y extremas, que son el resultado del acelerado calentamiento global, que está rompiendo récords en esta gestión, más incluso que los récords que se rompieron el año pasado, y que causan la intensificación de los incendios forestales”.

De esta forma el planeta está en una situación en la que causa y efecto se juntan y entremezclan, algo que el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió en julio de 2023: “El aire es irrespirable, el calor es insoportable. Y los niveles de beneficios que generan los combustibles fósiles y la inacción climática son inaceptables”. Este año, Guterres volvió a alertar que “El ser humano está quemando el planeta. Se deben adoptar reducciones drásticas en las emisiones de gases de efecto invernadero y acelerar la transición hacia fuentes de energía renovable”.

Las palabras del máximo referente de la ONU son refrendadas por los hechos. Este 2024 la elevación de la temperatura promedio mundial generó la falta de precipitaciones fluviales y el agravamiento de las sequías que ya llevan varios años en Sudamérica, en los países que quedan alrededor del Mar Mediterráneo y en la región de África que conecta el Mar Rojo con el Océano Índico, que se conoce como el “Cuerno de África”. Ahora, en dos de ellas donde hay selvas y bosques (América del Sur y países mediterráneos), se están presentando enormes fuegos forestales, además de otros grandes incendios de bosques en países como Canadá.

El canciller del Brasil, Mauro Vieira, hizo un llamado a activar la solidaridad ambiental a nivel mundial, en vista que tanto los orígenes como las consecuencias son globales. Hasta el momento, los gobiernos de Francia, China, Chile y Perú se han comprometido a apoyar las tareas de lucha contra los incendios, debido a la importancia que tiene la Amazonía para contrarrestar la emisión de gases de efecto invernadero.