06/08/2024 (Ciudad de México). La publicación de datos sobre desempleo en Estados Unidos, que está subiendo gradualmente en los últimos meses hasta situarse en 4.3%, el más elevado desde el año 2021, mostraron un indicador de una tendencia hacia una posible recesión de la economía más grande del mundo. Varios países del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón), que son las economías más vinculadas a la potencia estadounidense, vieron con mucha preocupación aquel reporte.
Uno de ellos, Japón, decidió proteger su industria ante una eventual recesión norteamericana, y a través de su Banco Central procedió a una histórica subida (por vez primera desde el 2007) de sus tasas de interés bancario, lo que al encarecer el precio del dinero nipón (el yen) le restó posibilidades al negocio especulativo denominado “Carry Trade” (Llevar Comercio). A través de la práctica del Carry Trade, inversionistas globales pedían prestado en yuanes y luego transferían ese dinero, convirtiéndolo en capital de inversión, a países de economías emergentes como Brasil y México, ganando mucho dinero sólo por la diferencial cambiaria, a lo que se agrega la tasa de ganancia del capital invertido.
Paradójicamente, la movida japonesa detonó una caída de la Bolsa de Tokio, seguida de una reacción en cascada con severas caídas en todas las Bolsas de Valores norteamericanas, europeas y asiáticas, con la excepción parcial de China, donde las Bolsas de Shanghai y Hong Kong perdieron valores bursátiles, pero en un porcentaje mucho menor.
Wall Street fue una de las bolsas más afectadas, con pérdidas acumuladas de 2,63 billones de dólares nada más abrir operaciones, por la caída de las acciones de las siete gigantes tecnológicas (Nvidia, Apple, Amazon, Alphabet, Tesla, Meta y Google).
Nvidia, una empresa fundada por el empresario taiwanés Jensen Huang, y que ha incorporado capitales estadounidenses a través de sus socios Chris Malachowsky y Curtis Priem, tuvo un desplome del 6,5% en el valor de sus acciones.
Apple, otro gigante corporativo de propiedad de Steve Jobs y que tiene en su cartera de accionistas a los grupos estadounidenses The Vanguard Group y Berkshire Hathaway, perdió más del 4%.
Tesla, la empresa global de propiedad del multimillonario de ideas neofascistas Elon Musk, un sudafricano que tiene también las nacionalidades canadiense y estadounidense, fue dañada en un 3,9%.
Todas estas fluctuaciones bursátiles también impactaron al valor de las monedas de países emergentes, como el peso mexicano y el real brasileño. En el caso mexicano fue más evidente por su conexión tan estrecha con la economía estadounidense, que como se dijo, está amenazada por la recesión económica.
De todas formas, la fortaleza macroeconómica de México podría permitirle afrontar la embestida, considerando que es una economía que ha vigorizado su enorme mercado interno y su soberanía financiera. Estos factores explican que México no haya sido tan golpeado por la pandemia del Covid que paralizó al mundo el año 2020, y puede también permitirle que ahora mantenga estable su potencial productivo.
Finalmente, el cimbronazo que atraviesa la economía mundial también se debe a un factor subyacente, poco mencionado por los analistas financieros: el posible estallido de una guerra en Medio Oriente entre Irán y sus aliados e Israel, lo que tendría efectos devastadores en los precios del petróleo, el principal insumo energético a nivel mundial.