Por Carlos Segura y Brenda Cedillo
02/07/2024 (Ciudad de México). La tarde del 28 de junio, en la Biblioteca General de la Cámara de Diputados, se llevó a cabo el foro “La izquierda latinoamericana frente a la derecha golpista”, como un acto en solidaridad con el pueblo y gobierno bolivianos, organizado por el Instituto Nacional de Formación Política de Morena (INFP).
Entre los participantes se encontraban el director del INFP, Rafael Barajas “El Fisgón”, Tania Arroyo, responsable del archivo del Museo Nacional de las Intervenciones y el destacado sociólogo de la Universidad de Buenos Aires Atilio Boron.
Si bien el intercambio de ideas tuvo como punto de partida el fallido golpe de Estado en Bolivia, los ponentes realizaron un balance a nivel regional, replanteando preguntas concernientes a todas las izquierdas latinoamericanas.
Algunos de estos ejes, que fueron emanando de la propia discusión, fueron las actuales estrategias de la guerra imperialista, como la batalla mediática, y la superación de la división entre las izquierdas, además de la urgencia por la radicalización de los proyectos progresistas.
“Intervencionismo permanente en la región”
En un inicio, El Fisgón enmarcó los recientes hechos ocurridos en Bolivia ante la irrupción de los diversos proyectos progresistas, en la cual, las derechas latinoamericanas se han visto en la necesidad de reactualizar sus ofensivas, siempre bajo el tutelaje del imperialismo norteamericano. “Existe un intervencionismo permanente en la región”, afirmó Rafael Barajas.
Enfatizó en la existencia de una guerra híbrida, la cual conlleva como uno de sus factores principales la disputa por la opinión pública. Prueba de ello, son los casos de lawfare (la utilización del aparato jurídico y medios hegemónicos como aparatos de guerra) en contra de Andrés Manuel López Obrador, Dilma Rousseff y Rafael Correa, entre otros.
“En el fondo está el interés imperialista por los recursos naturales”
La participación de la investigadora Tania Arroyo destacó dos puntos sobre las características de las facciones de derecha en América Latina; en primer lugar, que no trascienden el ámbito de la inmediatez rayando en lo irracional y, en segundo, que no son capaces de construir un proyecto de nación según las necesidades del pueblo.
Destacó Arroyo: “Cada región tiene sus especificidades, pero donde sí existe una actuación sistemática es en las oposiciones […] debido a que la configuración de su proyecto en la realidad que ahora experimenta América Latina es inoperante, no logran identificarse con los pueblos latinos que han entendido para qué sirve la democracia”.
Sin embargo enfatizó que no podemos bajar la guardia en esta rearticulación de las derechas, ya que debemos estar preparados para el intento de recuperación del poder. “Hay que ver que en el fondo está el interés imperialista por los recursos naturales”.
Igualmente puntualizó que las reservas de gas y litio que conserva Bolivia son clave para comprender el modo en que estos golpes son dados a la región, ya que el interés imperialista es apropiarse de los recursos de la zona llamada “Triángulo del Litio”, del cual forman parte Chile, Bolivia y Argentina.
Este balance es arrojado no sólo a la luz del golpe fallido del pasado 26 de junio, sino también al anuncio del pasado 11 de junio del presidente boliviano Luis Arce, quien mencionó que para el 2025 entrará en operación la planta de producción de carbonato de litio con tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL), ejecutada por la empresa rusa Uranium One Group, la cual firmó convenios con Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).
Para finalizar, citó al célebre escritor Eduardo Galeano para referir a tal situación latinoamericana: “Somos pobres porque es rico el suelo que pisamos”.
“Concientización, organización y movilización”
El destacado investigador de la Universidad de Buenos Aires, Atilio Boron, en sintonía con la mesa, aludió a los déficits de las izquierdas latinoamericanas, como la ausencia de una unidad, que facilita la entrada de los discursos demagógicos de las derechas: “La unidad de las izquierdas es fundamental para que se enfrente al más peligroso de los enemigos”.
También comentó que los proyectos progresistas no se pueden volcar al eclecticismo, perdiendo “la política de las calles” y asumiendo un proyecto neoliberal (como fue el caso del Partido de los Trabajadores anterior al impeachment de Dilma Rousseff), sino que es necesario y urgente la radicalización de estos procesos.
Una idea que el propio Atilio ha enfatizado en uno de sus más recientes libros Segundo Turno: El resurgimiento del ciclo progresista en América Latina y el Caribe, publicado en México el año pasado: “Lo que realmente se necesita para aventar el peligro de un doloroso retroceso es retomar el sendero de la radicalización de los proyectos gubernamentales, única alternativa para que las masas populares no sean atraídas por la demagógica salida ofrecida por el fascismo o la ultraderecha que las obnubila con fantasmas de un pasado que no fue mejor, sino peor”.