29/05/2024 (Ciudad de México). En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral revocó la invitación a la Unión Europea para el envío de una misión de observación para las elecciones presidenciales y legislativas que se realizarán el domingo 28 de julio.
La máxima autoridad electoral, por voz de su presidente, Elvis Amoroso, fundamentó su decisión en la defensa de la soberanía nacional inscrita en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Los argumentos de constitucionalidad, que en otros países latinoamericanos pasan por formalismos sólo al alcance de los abogados, en el caso venezolano, lo mismo que en el caso ecuatoriano, boliviano o mexicano, al ser sus textos constitucionales resultado de procesos constituyentes participativos y hasta revoluciones sociales, toman tal legitimidad que su defensa es sinónimo de nacionalismo patriótico.
“Desde el Consejo Nacional Electoral exigimos a la Unión Europea que proceda al levantamiento total de las sanciones coercitivas unilaterales y genocidas impuestas a nuestro pueblo y cese su posición hostil contra Venezuela”, resaltó Amoroso.
La Unión Europea, aunque flexibilizó en los últimos dos años varias de las unilaterales sanciones que comenzó a imponer desde el año 2015, ha mantenido la mayoría de las restricciones que afectan la adquisición de insumos para la industria, y que dificultan la otorgación de servicios públicos y de seguridad alimentaria, dañando a la población venezolana. Recordemos que fueron varias olas de sanciones europeas, pero las que afectaron no sólo a las máximas autoridades de gobierno bolivariano, sino al conjunto de la economía fueron tomadas por Bruselas como resultado de la presión estadounidense, desde la administración de Donald Trump, que el 2017 desconoció al gobierno de Nicolás Maduro y confiaba en derrocar a los socialistas mediante el sofocamiento económico.
El deterioro y la crisis económica llegó, pero Maduro logró resistir los embates. Por ello Trump dio un paso más, reconociendo el 2019 la ilegal presidencia “en funciones” de Juan Guaidó, que ejercía el mando desde una Asamblea Legislativa mayoritariamente derechista. La Unión Europea siguió a Trump en este despropósito injerencista, que pasó a la historia como una expresión neocolonial de un viejo continente que giraba sin disimulo hacia la derecha.
La guerra de Ucrania cambió el panorama mundial, permitiendo un reacomodo de piezas en el que, prohibida la compra de crudo a Rusia, el petróleo venezolano nuevamente adquirió importancia para estadounidenses y europeos. El gobierno de Nicolás Maduro hábilmente aprovechó tal coyuntura para lograr la flexibilización de las sanciones, lo que redundó en un mejoramiento de la situación económica interna, allanando a su vez las posibilidades de efectuar elecciones tras un diálogo político con una oposición de derecha dividida y debilitada.
Por su parte, la Unión Europea ha sido uno de los grandes perdedores de la coyuntura abierta con la guerra ucraniana y luego con el genocidio de Israel en la Franja de Gaza. Debilitada económicamente y con divisiones políticas internas, Europa ha perdido rápidamente terreno en África y en América Latina.
Venezuela lanza un mensaje soberanista. Acompañamiento sí, sometimiento no. A su proceso electoral asistirán como veedores la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM), la Unión Africana de Naciones, la Liga Árabe, la Unión Interamericana de Expertos Electorales, el Centro Carter, el Panel de Expertos de Naciones Unidas, además de centenares de periodistas, analistas y políticos de toda gama política.
¿Y Europa? En palabras que vertió en la conferencia de prensa que ofreció en la ciudad de Caracas, el presidente del máximo poder electoral, Elvis Amoroso: “Si Europa quiere respeto tendrá que aprender a respetar”.