09/05/2024 (Ciudad de México). Hace dos días, el “Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia” (UNICEF) hizo conocer su voz de alerta sobre las consecuencias que tendrá el ataque israelí contra la ciudad de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, fronteriza con Egipto. Rafah, en tiempos normales, era una urbe mediana con una población de doscientos cincuenta mil habitantes, pero hoy -por el enorme desplazamiento de familias enteras que llegaron huyendo de la destrucción que causó el ejército israelí al norte de la Franja, en lugares como Beit Lahia, Jabalia, Deir al-Balah y en la propia ciudad de Gaza- casi un millón cuatrocientas mil personas viven en condiciones de hacinamiento en ese lugar.

Tess Ingram, la portavoz de UNICEF que acaba de estar en Gaza supervisando las labores de ayuda humanitaria, afirmó: “Hay 600.000 niñas y niños que están buscando refugio en Rafah que fueron desplazados varias veces. Están exhaustos, traumatizados, enfermos, hambrientos y sin capacidad para evacuar en forma segura. La realidad para los niños que viven allí es impactante, sinceramente. La gente vive en condiciones realmente miserables. Es un espacio increíblemente lleno de gente. Donde quiera que camines, estás casi hombro con hombro con otra persona. Los refugios improvisados se expanden desde los edificios al otro lado de la acera hasta la carretera. La gente vive dondequiera que puedan encontrar espacio, ya sabes debajo de trozos de lona o mantas. Y esto se expande hasta donde alcanza la vista”.

Respecto al ultimátum que dieron las autoridades israelíes para que los refugiados se trasladen inmediatamente hacia el centro de Gaza, a Khan Younis, un lugar que quedó ruinoso después de los bombardeos aéreos y terrestres, la portavoz aseguró: “El área al que se les ordena evacuar no es segura. No es seguro porque allí no hay servicios para satisfacer sus necesidades básicas, agua, baños, refugio. Pero tampoco es segura porque sabemos que esa zona ha sido objeto de ataques a pesar de ser una zona llamada segura. Por eso estamos realmente preocupados por el impacto de una ofensiva terrestre en una de las zonas más densamente pobladas del mundo”.

Mientras continúa la tragedia humanitaria en la Franja de Gaza, cunde en Europa el apoyo a Palestina. Siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y Canadá, en las Universidades de Amsterdam, Barcelona, París, Madrid, Berlín, Dublin, Bruselas, Lisboa y Ginebra hay acciones de solidaridad. Tomas de edificios administrativos o académicos, plantones frente a los rectorados, campamentos instalados en las áreas verdes, marchas con banderas palestinas y carteles exigiendo el alto al fuego inmediato en Gaza, la urgente llegada de la ayuda humanitaria a los refugiados, suspensión de cualquier tipo de inversiones universitarias en empresas israelíes y el juicio internacional a los responsables del genocidio.

Los gobiernos de Emmanuel Macron en Francia y de Olaf Scholz en Alemania respondieron a los universitarios acudiendo a la policía, que en algunos casos ocupó violentamente los recintos de estudios, destruyendo los campamentos solidarios. Pero ni aun así pudieron esos gobiernos aplacar las movilizaciones, que luego se volcaron hacia las calles, en manifestaciones de protesta exigiendo además la liberación de los estudiantes detenidos. Esta vez, que los mencionados gobiernos califiquen falsamente como “antisemitas” a estas movilizaciones juveniles, no tuvo ningún efecto de disuasión.